Cristiano y Benítez

Publicidad

Cambia su discurso con el luso como hiciera el asturiano con Messi

Benítez aprende de Luis Enrique

Le pasó a Blancanieves, le pasó a Cenicienta, le pasó a Rapunzel y le ha pasado a Cristiano. De los primeros tres casos se sabe que las respectivas madrastras, en vez de cuidarlas, les hacían de menos por envidiar su belleza o sus pretendientes. En cambio para lo de Benítez con Cristiano no hay explicación lógica. En lugar de protegerle y hacerle sentir el niño mimado de la casa, le ha estado tratando como uno más, la indiferencia más dolorosa para el ego de una estrella.

El complejo de madrastra, no obstante, tiene ya su recorrido en el fútbol. Y si no pregunten a Luis Enrique, que se autoproclamó líder del Barça, por delante de Messi y compañía, en su presentación. Como no siempre lo que mal empieza mal acaba, fue virando su discurso y llegó el día en el que empezó a emplear sus ruedas de prensa para recitar poesía en honor a Messi, al que terminó entendiendo que no podía sacar del campo ni en el 94'. Al argentino, como a Cristiano, se les ha acostumbrado a vivir rodeados de sospechas sobre su condición humana, tanto que no conciben ser tratados como uno más. Es normal: exceptuando a E.T., a cualquier extraterrestre le gustaría sentirse superior, respetado y hasta temido.

Desde Roma, con sabiduría

El 15 de septiembre, con la última torpeza de Benítez hacia Cristiano aún caliente, Quim Domènech, en Roma, puso el dedo en la úlcera madridista y un balón a puerta vacía a Luis Enrique al preguntarle por Messi, al que el asturiano volvió a subir al trono del fútbol mundial e histórico: "Es el mejor de la historia".

Quizá fue esa manifestación la que zanjó el patosismo verbal que arrastraba Benítez desde la primera rueda de prensa de la gira australiana. Y es que el mismo 15-S dijo que CR7 era el mejor del mundo y este martes, por si quedaban dudas, ante la pregunta de José Luis Sánchez para 'Jugones', reproclamó su relevancia: "Es el único indiscutible en este equipo". Una cosa es tropezar dos veces con la misma piedra, incluso cogerle gusto a la piedra, y otra poner en peligro el sueño de tu vida.

Benítez ya no está en párvulos y ha tenido que entender que a la chica más guapa de la clase no la conquistas metiéndote con ella ni restándola importancia, sino piropeándola, mimándola y hasta regalándola flores. Luis Enrique se dio cuenta y Messi le premió con un triplete...

En Twitter: @MarioCortegana

Publicidad