OJO SPOILERS

Balada de Pájaros Cantores y Serpientes: Las frases de la novela que te ayudarán a entender mejor ESE giro final con Snow y Lucy Gray

Los Juegos del Hambre: Balada de Pájaros Cantores y Serpientes ha llegado a los cines y su final levantará muchas ampollas. Pero aquí estamos para ayudarte a entender por qué tenía todo el sentido del mundo conociendo mejor a Coriolanus Snow.

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Balada de Pájaros Cantores y Serpientes se ha estrenado por fin este 17 de noviembre y será todo un acontecimiento para los fans de Los Juegos del Hambre, felices de volver a Panem.

Aunque esta historia tiene lugar décadas antes y es más oscura que la saga de Jennifer Lawrence, la esencia se mantiene en una adaptación que vuelve a contar con el director Francis Lawrence y que ambienta a la perfección la novela de Suzanne Collins.

Sin embargo, como ocurre con todas las adaptaciones, hay pasajes que son difíciles de plasmar en la gran pantalla, y más cuando se trata de una narración que se sustenta en los pensamientos del protagonista Coriolanus Snow (como ya ocurrió con Katniss).

Por eso, y sabiendo que el giro final será controvertido para muchos, os resaltamos algunos pasajes del final de la novela para entender mejor el "cambio" de Coriolanus y qué pensaba exactamente en esos momentos en la cabaña donde vio por última vez a Lucy Gray. Y con ello, que cada uno saque sus conclusiones.

Por supuesto a continuación encontrarás spoilers.

Tom Blyth y Rachel Zegler en Balada de pájaros cantores y serpientes
Tom Blyth y Rachel Zegler en Balada de pájaros cantores y serpientes | Vertice

Extracto del final de Balada de Pájaros Cantores y Serpientes

< El arma homicida. No en un laboratorio forense del Capitolio, sino allí, entre sus manos, en medio de la nada, donde no representaba ninguna amenaza. Lo único que tenía que hacer para salvarse de la horca era destruirla. Así sería libre. Para marcharse al Distrito 2. Para reunirse de nuevo sin miedo con la raza humana. Las lágrimas de alivio le anegaron los ojos, y empezó a reírse de pura alegría [...] Una vez que el arma hubiera desaparecido, no quedaría nada que pudiera relacionarlo con los asesinatos. Absolutamente nada. No, un momento. Quedaba una cosa. Lucy Gray.

Bueno, daba igual. Ella nunca lo contaría. Cuando le dijera que había un cambio de planes no le gustaría, claro. Le diría que iba a regresar con los agentes de la paz y que d eallí partiría al Distito 2 al alba. Que la abandonaba a su destino, básicamente. Aun así, ella jamás lo delataría. No era su estilo y, además, eso la implicaría en los asesinatos. Significaría también su muerte y, como habían demostrado los Juegos del Hambre, Lucy Gray poseía un extraordinario instinto de conservación.

"No quedaría nada que pudiera relacionarlo con los asesinatos. Absolutamente nada. No, un momento. Quedaba una cosa. Lucy Gray".

Además, lo amaba. Y, lo que era más importante, confiaba en él. Aunque, si la dejaba en los bosques para que se las apañara sola, estaba claro que lo consideraría una traición a esa confianza. Tenía que pensar en la manera correcta de darle la noticia. Pero ¿cuál sería? ¿"Siento un gran amor por ti, pero no tanto como el que siento por la escuela de oficiales"? Eso no iba a funcionar. ¡Y era verdad que la quería! ¡En serio! El problema era que le habían bastado unas cuantas horas en la naturaleza para saber lo mucho que odiaba su nueva vida. Entre el calor, las lombrices y esos pájaros que parloteaban sin cesar... Pues sí que estaba tardando en volver.

Su canción decía que lo necesitaba, que lo quería, que confiaba en él, pero ¿se lo perdonaría? Si la abandonaba... Billy Taupe la había hecho enfadar y había acabado muerto [...] Pensó en su frialdad al matar en la arena. Su calculado plan con la serpiente. Y decía que Reaper tenía la rabia, así que eso había sido un asesinato piadoso, pero ¿quién sabía? No, Lucy Gray no era ninguna corderita. Ni estaba hecha de azúcar. Ella era una vencedora.

"Ella era el último testigo que lo vinculaba con el crimen".

Comprobó que el fusil estaba cargado y abrió la puerta de par en par. No la veía por ninguna parte. La zona pantanosa que rodeaba el lago estaba desierta, y la orilla, intacta. —¿Lucy Gray? La única respuesta fue la de un sinsajo solitario posado en una rama cercana. Ríndete —masculló en dirección a la criatura—. No eres un charlajo. Estaba claro que la chica se escondía de él. Pero ¿por qué? Solo cabía una respuesta: porque lo había averiguado. Todo. Que ella era el último testigo que lo vinculaba con el crimen.

¡Lucy Gray, por favor, solo quiero hablar contigo! —gritó. ¿Cuál era el plan de la chica? ¿Esconderse hasta que él se cansara y volviera a la base? ¿Y regresar a casa por la noche, a hurtadillas? Eso no podía ser. Aunque ya no existiera el arma homicida, ella todavía era peligrosa. ¿Y si regresaba al Distrito 12 ahora y el alcalde conseguía que la detuvieran? ¿Y si la interrogaban o la torturaban? La historia saldría a la luz. Ella no había matado a nadie. Él sí. La palabra de Coriolanus contra la suya. Aunque no la creyeran, acabaría con su reputación. Se descubriría su romance, además de los detalles de su engaño en los Juegos del Hambre. El decano Highbottom estaría encantado de testificar sobre su personalidad. No podía arriesgarse. Seguía sin encontrar ni rastro de ella. No le dejaba más alternativa que perseguirla por el bosque...>>.

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