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Cremas del sol para niños: Cuál elegir según la edad

La protección solar en la infancia tiene mucho que ver con la salud de la piel en la edad adulta.

Niños y niñas en la playa.

Niños y niñas en la playa.Pexels

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A estas alturas, todos conocemos los riesgos que entraña una exposición solar prolongada, pero en esta época del año surgen en la consulta numerosas dudas en torno a la protección solar de los niños y cuál es la mejor prevención para evitar los efectos dañinos del sol.

La fotoprotección en los niños es un tema de vital importancia: sabemos que la piel tiene memoria y la radiación ultravioleta recibida en la infancia podría ser responsable del 80% de cánceres de piel que se desarrollan en la edad adulta.

La mejor forma de proteger a un niño del sol es evitar la exposición solar en las horas centrales del día (de 11h de la mañana a 18 h de la tarde), buscar la sombra cuando vamos por la calle y cubrir las áreas expuestas con ropa, sombreros o gafas de sol.

En este sentido, la crema solar es una herramienta más para proteger nuestra piel cuando la exposición es inevitable.

Cómo elegir un buen protector solar

A la hora de elegir un fotoprotector se deben tener en cuenta diversos factores, principalmente la edad del niño:

Protector solar para niños menores de 6 meses

No deben exponerse directamente al sol ni tampoco usar fotoprotector solar los menores de 6 meses. La función barrera de su piel no está del todo desarrollada y pueden absorber productos que no están diseñados para ello.

No debemos olvidar que, aunque no reciban sol directo, hay un porcentaje de rayos que se reflejan y aún estando a la sombra pueden incidir en su piel. Lo recomendable es protegerlos con ropa fresquita, sombreros y/o sombrillas y evitar paseos a las horas centrales del día, sobre todo en verano.

Los niños tan pequeños son muy sensibles a la radiación solar y además corren riesgo de deshidratarse.

Protector solar para niños menores de 3 años

Se recomienda usar filtros físicos/minerales. Suelen contener sustancias como el dióxido de titanio y el óxido de zinc. Reflejan la radiación en la piel (sobre la crema) sin penetrar en ella; es decir, los rayos rebotan.

Son activos desde el mismo momento en que los aplicas. El inconveniente principal de estas cremas es la composición que las hace muy espesas y difíciles de extender por la piel.

Lo más recomendable es que tengan SPF50 y sean de amplio espectro, es decir que protejan frente a UVB y también frente a UVA.

Hay que reaplicarlos cada hora y media o cada dos horas, tras el baño y cuando exista un exceso de sudoración.

Están indicados también en niños con dermatitis atópica y pieles sensibles debido a su función barrera y a que la piel no los absorbe.

Protector solar para mayores de 3 años

Se pueden utilizar filtros químicos, más fáciles de aplicar, pero al ser absorbidos por la piel tienen más riesgo de provocar dermatitis de contacto, sobre todo en niños con dermatitis atópica.

Han de tener una protección alta, preferiblemente 50, y estar específicamente indicados para el uso infantil. Comienzan a actuar unos 20 minutos después de su aplicación por lo que lo recomendable es aplicarlos antes de la exposición solar. Procurad elegir un protector resistente al agua, y aún así, siempre hay que reaplicar igualmente cada 2-3 horas.

Riesgos de la exposición al sol

Hay que seguir algunas recomendaciones en cuanto al uso de las cremas solares, tanto los adultos como los niños:

  • No se deben utilizar cremas solares de un año para otro, ya que su duración una vez abiertas suele ser de 12 meses.
  • Hay que extremar las precauciones en las partes del cuerpo más sensibles al sol: cara, cuello, hombros, escote, orejas, manos y empeines.
  • Se debe utilizar el protector solar incluso en días nublados. Las radiaciones UV atraviesan las nubes.
  • Es muy recomendable usar gafas de sol o viseras para la protección ocular. Deben ser adecuadas y han de absorber las radiaciones ultravioleta.
  • Es imprescindible efectuar una adecuada hidratación de los niños durante la exposición al sol. La piel del niño es más susceptible a la pérdida de agua y transpira mucho más, por lo que puede deshidratarse con mucha más facilidad.
  • Nuestros niños no son conscientes de las complicaciones que pueden sufrir en un futuro por no protegerse bien del sol, por eso es responsabilidad de los padres enseñarlos y educarlos en esa tarea.

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