Y claro, se echan a perder
Llevas cocinando demasiado estos alimentos toda la vida
No hay nada peor que sobrecocinar algunos alimentos. Estos siete, por ejemplo
Publicidad
¿No sabes por qué, pero de un tiempo a esta parte, notas que la gente no quiere ir a tu casa a comer. ¿Por qué?, te preguntas, mientras abres tu alacena (sí, hemos dicho alacena) y te encuentras con toda una vajilla sin estrenar, ollas y cazos como para montar un restaurante con la pegatina del precio aún puesta y la mantelería con un olor a nuevo que atufaría hasta al mismísimo Mimosín.
Pues bien, la respuesta puede ser que tiendes a sobrecocinar la comida. Piensas que lo haces bien pero nah, ni de broma, nope. Eso hace que la gente vaya a tu casa sabiendo lo que se va a encontrar y ponga excusas. Estos son los alimentos que más tendemos a sobrecocinar.
Atún y bonito. Este pescado azul es muy muy agradecido, pero las posibilidades de sobrecocinarlo y de que quede seco son amplísimas. Como recomendación general, ya lo hagas con tomate, a la plancha o en guiso, déjalo el mínimo tiempo posible sobre el fuego.
La pasta. En España hay una larga tradición de comernos la pasta blandísima. Eso implica muchas cosas: el odio de una nación entera (Italia, claro), que engorde más porque liberamos todo su almidón (y por tanto engorda más) y que sea una papuza chunga.
La carne. Así, en general, salvando quizá el pollo. Es posible que, al dejarte llevar por tu miedo a una intoxicación, dejes los filetes como suelas de zapato. Y, oye, pues es una pena, porque ese entreacto podía estar buenísimo y ahora tendrías que ser un tigre dientes de sable para roerlo.
Brócoli. Ay, ay. Lo que pasa con este vegetal es que es fácil traspasar la línea y hacerlo incomible. Cuando ya esté hecho y tenga un color verde brillante es el momento de quitarlo del fuego antes de que se transforme en un engendro gris y sin sabor alguno. De ahí viene su mala fama.
Patatas fritas. Por favor, tengamos siempre en mente que el color ideal de las patatas fritas es el amarillo dorado, no el naranja amarrando. Si nos pasamos con la fritura aparece, además, la temida acrilamida, esa sustancia relacionada con el cáncer. Y encima saben mucho peor.
Tortilla francesa. Hay chefs que sostienen que el mejor método para contratar a un nuevo miembro para su equipo es pedirles que hagan una tortilla francesa. Casi todos solemos cocinarla demasiado, pero lo ideal es que quede jugosa por dentro y no seca. Y nada de dorarla, pos supuesto.
Calamares fritos. Lo de conseguir que queden perfectos es más complicado de lo que parece. Lo mejor es freírlos durante un minuto y ya. Dejarlos durante más tiempo hace que puedan quedar con una textura mucho más gomosa y resistente al mordisco. Y eso no mola nada, claro está.
Publicidad