Placeres helados... culpables
Hazte un favor a ti mismo y no comas estos helados
No vamos a meternos a saco con los helados, solo con algunos que no cumplen los requisitos mínimos... Aquí están
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Ya está aquí. El verano en todo su esplendor: derritiendo aceras, calentando cabezas y poniéndonos ante los ojos tentaciones sin fin a la que, oh no, muchas veces no sabemos hacer frente. Entre ellas están, lógicamente, los helados. Pueden ser relativamente saludables si se prima el contenido en fruta y se vigila su composición, pero también hay algunos que conviene descartar...
Helados 'sanos'. Se están poniendo de moda últimamente los helados que apuestan por rebajar el número de calorias y reducir el número de azúcares para ofrecer alternativas más sanas. Nada en contra de ellos, pero hay que señalar que no es oro todo lo que reluce. Para empezar, no están tan buenos: resultan más aguados que los normales y, además, pueden conducir a que comamos más de la cuenta debido a que los consideremos 'de dieta'. Si no abusamos de los helados, mejor optar por las versiones 'normales'. En los 80 nadie los ponía en duda.
Helado entre galletas. 'Chipwich' se llama en inglés y es una receta que se las trae. Se han hecho brutalmente populares en los últimos años y quizá no nos hayamos dado cuenta de lo que son: una bola de helado aplastada entre dos galletas con pepitas de chocolate de gran tamaño. Aquí hay azúcares, grasas y calorías para parar un tren: es la versión XXL del corte de helado de toda la vida.
Helado con grasa de palma. La leche es la grasa principal que se utiliza en los helados. Sin embargo, en algunas ocasiones se sustituye por otras por razones de abaratar precios y ahí entra el tristemente famoso aceite de palma, dando lugar a un producto de mucha menor calidad. No hay género de duda: en muchos de los helados industriales de menor precio nos hacen este cambalache sin que nos demos cuenta. Por eso luego ni siquiera se derriten...
Helado recongelado. Nunca se debe recongelar un helado que se ha descongelado. Hay razones de peso para no hacerlo: para empezar cambia su textura debido a procesos químicos, con lo cual la textura cremosa puede derivar en una que resulte cristalina. Hay más: se pueden desarrollar bacterias como la listeria por lo que mejor no volver a meter en el congelador helado que se haya derretido.
Los brutalmente azucarados, grasos o hipercalóricos. Para finalizar, no hay que olvidar leer el etiquetado de cada helado que comemos. Ahí debe estar toda la información nutricional y, por tanto, la cantidad de azúcares, grasas o calorías que nos estamos metiendo en el cuerpo. Si por una paleta, la cantidad sube de 400, hay que dar la voz de alarma. Lo mismo pasa si el contenido de grasa o de azúcar representa una parte importante del total. Tan solo hay que leer.
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