DÍSELO EN PARÍS
Cinco restaurantes en cinco capitales europeas
Hay restaurantes que parecen haber nacido para que en su interior pasen grandes cosas. He aquí nuestros locales fetiche de 5 capitales europeas. Si tienes que pedir matrimonio, escoge uno... ¡y al toro!
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Hace unas semanas fui a hacer una entrevista y mi entrevistado apareció con un semblante excepcional, sonriente, de excelente humor. “El jueves le dije a mi mujer: 'oye, ¿y si nos vamos a pasar unos días a París? Y dicho y hecho. Bajamos a la agencia, compramos los billetes y al día siguiente volamos a París”, me dijo, “acabo de llegar”. Y lo típico que dejas volar tu imaginación y te imaginas cómo hubiese sido tu vida si hubieses escuchado alguna vez eso de “baby, mañana nos vamos a París”.
Y sigues imaginando y no puedes evitar pensar contra tu voluntad, qué daño nos ha hecho Disney, qué pasaría si algún día alguien decidido a declararte su amor escogiese como escenario de semejante confesión un restaurante perfecto en París (que, no nos pongamos estupendos, también podría ser Londres o Roma), uno de esos lugares que parecen diseñados para que entre sus paredes pasen grandes cosas, cosas como que alguien se tome la molestia de coger un vuelo sólo para visitarlos y decirte algo que perfectamente podía haberte dicho en el Bracafé de la esquina.
Puestos a soñar, todos deberíamos tener, por si acaso, como las madres que guardan mudas sin estrenar en el cajón a la espera de que ocurra una tragedia, nuestros restaurantes europeos perfectos por si alguna vez nos vemos en la tesitura de comprar dos billetes exprés y volar a otro país en plan arrebato después de una noche con estrella en el bingo. Nosotros ya tenemos la lista de nuestros restaurantes fetiche, mágicos, esos locales que parecen diseñados para que en su interior sucedan grandes cosas. Lo demás, el momento, la persona, el dinero... es secundario.
ESTOCOLMO
Teaterbrasseriet restaurant
En el interior del flamante hotel de cuatro estrellas Scandic Grand Central, un derroche de buen gusto escandinavo en el que puedes hacer cosas como desayunar en el interior de un antiguo teatro o cenar a ritmo de jazz en el restaurante que nos ocupa, que pese a estar en un hotel tiene entrada directa por la calle y cuenta con un público mayoritariamente local.
Qué cenar es lo de menos, aunque la comida es deliciosa, pues el secreto es dejarse seducir por el 'charm' de este efervescente restaurante con vistas a la calle, donde las mesas largas para compartir conviven con otras individuales, que contrastan con el precioso suelo de mosaico.
Si nos decidimos a tirar la casa por la ventana y pasar la noche en una de sus encantadoras habitaciones, no sin antes haber tomado un gin-tonic en su bar, disfrutaremos con los cuadros colgados en los cabeceros de la cama, cada uno con una frase célebre de alguna canción: "Upon is all a little rain must fall... It's just a little rain".
Kungsgatan 70
PARÍS
Le perchoir
París, ese lugar donde los taxistas leen a Baudelaire, es y será siempre el escenario ideal para cualquier cosa. Y Le perchoir, 'hotspot' indiscutible de la ciudad, es un espacio con espectaculares vistas que rebosa 'parisinidad', glamour bien entendido, esa sofisticación tan chic, tan sobria, tan Isabella Rossellini, que solo les sale bien a ellos.
La primera dificultad que nos encontraremos, y que sin duda va a formar parte del juego de la noche, es llegar al local, pues hay que ascender siete pisos en ascensor y seguir al personal que cada noche elige su terraza para tomar la primera (o la última) copa. No esperemos la clásica terraza 'old style' propia de los hoteles de lujo, sino un espacio informal pero decididamente chic, con preciosas vistas al 'skyline' a todas horas del día.
Su restaurante, de estética entre rústica e industrial, sigue la misma estela: nada de manteles en las mesas de preciosas maderas nobles, nada de 'maitres' trajeados, pero sí una carta cambiante basada en el producto fresco de mercado, cocina francesa 100% estacional elaborada con mimo y buen gusto. Disponen de un único menú que cambia a diario y cuesta entre 42 y 48 €.
14 Rue Crespin du Gast
BERLÍN
Refugium
¿Para qué cenar en un restaurante si puedes cenar en una basílica? Bajo los preciosos arcos de una antigua catedral, en la céntrica Gerdarmenmarkt, sin duda la plaza más bella de Berlín y probablemente una de las más hermosas de Europa, se alza este elegante restaurante con una preciosa terraza y vistas a la plaza que bien vale su precio, que rondará los 60 € por cabeza.
Aquí sí encontraremos camareros profesionales de uniforme, manteles de tela, cubertería a destajo y ese halo de elegancia que corresponde a un local amplio, carismático, de espíritu clásico, tremendamente romántico, cuya carta combina las especialidades de cocina alemana con platos internacionales para todos los públicos.
Gendarmenmarkt 5
LONDRES
Little Social
No tenemos el cuerpo o el bolsillo para ir a The Ledbury, con sus dos flamantes estrellas Michelin el pleno corazón de Notting Hill, así que dirigimos nuestros pasos hacia Mayfair, ahí es nada, y nos vamos a casa del chef Jason Atherton.
Pero en esta ocasión no vamos a visitar su Polen Street Social, sino su hermano pequeño, abierto recientamente a pocos metros y que vendría a ser la opción económica, informal y algo más gamberra del popular restaurante galardonado con una estrella Michelin. Little Social conjuga a la perfección, tanto en su halo como en su carta, los toques de bistró parisino con el cosmopolitismo neoyorquino y consigue sin saber cómo una fusión perfecta París-Manhattan que no podríamos encontrar jamás ni en París ni en Manhattan.
La noche se presenta 'trendy', pues, de manera que no nos quedará más remedio que venirnos arriba y dar con nuestros pasos en Shoreditch (barrio moderno, de momento, por excelencia, hasta que sea sustituido) para tomar un cóctel en ese lugar surrealista y encantador llamado Whorship Street Whisling Shop, un paraíso de la coctelería creativa donde parece que las copas, de enrevesados colores y texturas, tengan vida propia.
Pollen Street, 5.
ROMA
Necci
No elegiste Venecia porque es demasiado 'mainstream', motivo por el cual te resistes a acabar cenando en el Trastevere. Dile al taxista que te deje en Pigneto, una opción arriesgada, advertimos, que se convertirá sin duda en un caballo ganador si tu acompañante tiene la misma sensibilidad que tú a la hora de detectar la vida que emana de los rincones más inesperados de las grandes ciudades.
Pigneto es un nuevo barrio en auge entre bohemio y decadente en el que conviven los vecinos de siempre con inmigrantes de primera generación y profesionales liberales recién llegados, entre galerías de arte, comercios, restaurantes de reciente apertura y bares de copas variopintos.
Nuestra elección será el restaurante Necci, que no se halla en una zona precisamente bonita pero sí muy carismática, cuya efervescencia es difícil de hallar en otros barrios. Pastas artesanales deliciosas, burratas, risottos, carnes, lasañas y todas las especialidades italianas que se nos ocurran son las protagonistas de la carta de este restaurante ubicado en una hermosa casa, con una encantadora terraza, un servicio majísimo y un aire joven, informal y decididamente bullicioso, lo que dificultará, advertimos, que la noche transcurra por la senda del romanticismo más ortodoxo.
Pero estamos en Roma, un lugar donde absolutamente todos los restaurantes son ruidosos, así que la partida estaba perdida desde el principio: deja para otra ocasión los susurros a la luz de las velas y disfruta de la alegría italiana y de un restaurante que, atención fetichistas, fue muy frecuentado por Pasolini.
Fanfulla di Lodi 68.
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