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El análisis de Diego Plaza
El nuevo y antiguo Cesc Fábregas
El Chelsea es el primer líder de la liga inglesa y Mourinho observa cómo sus fichajes se han adaptado a la perfección a su modelo de juego. En especial Cesc Fábregas, en el que ha encontrado al futbolista necesario para ordenar su descompensado centro del campo.
Cuando Cesc Fábregas irrumpía en 2003 en el Arsenal (con sólo 16 años) lo hacía como un mediocentro organizador, de toque vistoso y visión de juego privilegiada para romper las líneas de las defensas rivales más férreas. Aprendió el rigor táctico y el posicionamiento de Patrick Viera o Gilberto Silva y consiguió alcanzar la categoría de imprescindible para Arsene Wenger a pesar de su corta edad con el paso de las temporadas hasta llegar a ser capitán de los ‘gunners’.
Su vuelta a Barcelona auguraba subir un peldaño más en su meteórica carrera. Destacando en Inglaterra como mediocentro todos veían en él al futuro sustituto de Xavi Hernández o incluso un acompañante ideal para trazar en el Camp Nou las jugadas más virtuosas. Sin embargo, la falta de sitio en la medular le hizo ocupar posiciones desconocidas hasta ese momento para Cesc. Durante tres temporadas fue delantero, ‘falso’ delantero e incluso extremo en un tridente ofensivo, donde su visión de juego y talento al primer toque quedaban eclipsados.
El regreso a Inglaterra, a su lugar de origen como futbolista al más alto nivel, ha servido para observar a un nuevo (o antiguo) Cesc Fábregas. En el Chelsea vuelve a ser ese mediocentro organizador por el que pasan todos los balones. El jugador referencia sobre el campo que enlaza y combina la defensa con el poderío ofensivo del club londinense. Con él en el Chelsea, no sólo se observa la mejor versión del futbolista, si no que su presencia sirve para que jugadores con tendencia a desconectarse del juego global como Hazard u Oscar, estén siempre orbitando alrededor del futbolista catalán.
Tras una pretemporada notable, Cesc redescubría la Premier en Burnley, ante un recién ascendido y en un campo de poco más de 22000 espectadores. Las cosas se torcieron al inicio con el gol local de Arfield pero Fábregas no perdió el control del partido. Tres minutos después dibujó un taconazo para abrir el juego a la banda derecha y Diego Costa, cazando un rechace, hizo el empate. Pero lo mejor estaba por llegar: En una jugada enmarañada por la acumulación de defensas del Burnley dentro de su área, Cesc regaló una asistencia a Schurrle antológica, al primer toque y a bote pronto que destrozó a cuatro rivales y dejó al alemán solo ante el portero para adelantar a los ‘blues’.
Mourinho sabe de su importancia y le ha dado galones desde el primer día. No tenía un futbolista de esas características en su plantilla y el éxito del Chelsea esta temporada depende, en gran medida, del rendimiento de Fábregas a la hora de mover al equipo. El técnico portugués ha colocado a Matic a su lado para liberarlo de trabajo defensivo y guardar la posición cuando Cesc decida pisar el borde del área rival.
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