Eladio confiesa a su hijo que no deben preocuparse por nada, ya que él conserva el botín de las joyas, del atraco que le llevó a la cárcel.
Ataúlfo insiste sobre la oferta de compra de la pensión que le hizo a Benigna, pero la mujer no quiere saber nada del miserable dinero ofrecido por el hombre. Ataúlfo decide pasar a la acción.