Esta docente tenía que hacer a diario 80 kilómetros de ida y 80 de vuelta. Se levantaba a las 5.00 horas y volvía a casa a las 17,00 o más tarde. El médico le da baja por un nivel de estrés muy elevado, lo que le imposibilitaba conducir. Sufría jaquecas, estrés y sus funciones le propiciaban mucho desgaste. "Mi manera de trabajar como docente implica mucho desgaste", lamentaba.

La consejería de Educación le acusa incluso de haber aceptado el nombramiento de profesora y por ello de fraude en un documento público.

Reconoce que "como todas las madres del mundo el descanso es entrecortado". Iballa no puede creerse que se le acuse de "tener una enfermedad crónica derivada de la situación familiar".