En esta carta, las compañeras de Graciela aseguran que la cuidadora no tenía titulación alguna para desempeñar esta durísima labor profesional. Según la ley debería poseer un ciclo formativo de Auxiliar de Clínica o Atención Sociosanitaria. En cuento al horario tan extenso que realizaba Graciela, sus compañeras aseguran que era un horario que había pedido ella "le venía muy bien porque vivía en otra ciudad. El cansancio que pudiera tener no justifica lo que hizo", afirman.
"No tenía ningún tipo de cariño hacia los niños, cuando uno le daba problemas, atendía al que se portaba bien", denuncia una de sus compañeras. En cuanto a su posible trastorno mental, estas mujeres aseguran que por todos era sabido que tenía un problema depresivo. Algo de lo que se llegaba incluso a jactar frente a sus compañeras y que nadie le puso remedio, "nos llegaba incluso a enseñar el neceser lleno de pastillas", dicen.
En cuanto a los motivos que les han llevado a escribir la carta, las cuidadoras aseguran que "la hemos escrito porque se han estado diciendo muchas mentiras y queríamos puntualizar que esta mujer no estaba capacitada para ejercer el cargo". Asimismo han reconocido que ya no trabajan en el centro, pero sí lo habían hecho con anterioridad y habían coincidido con Gabriela. "Todos los que hemos pasado por la residencia hemos expresado alguna queja sobre esta cuidadora ante nuestro superior, pero nunca se nos hizo caso", se lamentan.