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LA CINTA OPTA A CINCO OSCAR DE LA ACADEMIA

'Django desencadenado': Quentin 'tarantiniza' el spaghetti western

La última película de Tarantino opta a cinco galardones de la Academia, si bien el cineasta de Knoxville no está nominado a mejor director. Quentin trata de nuevo de derruir esterotipos, tomando ejemplos de la cultura pop anquilosada en los tiempos y llevándolos a su particular territorio. ¿Lo consigue o termina encadenado a sí mismo en los recursos de siempre? Depende de si amas o no a esta leyenda viva del cine.

Quentin Tarantino

Getty Images Quentin Tarantino

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'Django desencadenado', la última cinta de Quentin Tarantino, opta a cinco premios Oscar el próximo 24 de febrero en Los Ángeles, incluyendo mejor película, guión original y actor secundario para Christoph Waltz. 

Sin embargo, el cineasta de Knoxville, que este 2013 cumple 20 años en el cine desde el estreno de 'Reservoir dogs' y tras ocho largometrajes filmados, no está nominado en la categoría de mejor director por su último trabajo.

'Django' ya es la película más taquillera de Tarantino en EEUU

Tarantino, ganador del mejor guion original por 'Pulp Fiction', tiene varias cuentas pendientes con la Academia en este apartado. Su 'Django' ya es la película más taquillera de Tarantino en EEUU y la segunda más vista de todas las nominadas este año a mejor cinta tras 'Lincoln'.

Hermanada con los 'Malditos bastardos'
Quizá habría que entender la última película de Tarantino como una extensión de su inmediata cinta anterior: 'Malditos bastardos'. Y, si convenimos que ésta última era una cinta excelsa, 'Django desencadenado' no lo es menos. 

Ambas parten de la base de una pelílcula de género italia, en el último caso un western de Sergio Corbucci: 'Django', de 1966. En ambos casos, Quentin trata de 'tarantinizar' el género y, como en los 'bastardos', cuenta con la venganza de su protagonista como uno de sus ejes principales.

El modus operandi es similar porque, de nuevo y con un ego superlativo, Tarantino reescribe la Historia a su manera. En ambos largometrajes contamos con inmensos bloques argumentales, diálogos de verborrea trepidante y, por supuesto, humor desternillante ("llame al sheriff, no al marshall"). 

Cristoph Waltz, otro monumento interpretativo
Además, las dos películas cuentan con la presencia Cristoph Waltz, antes coronel Landa y ahora cazarrecompensas Schultz, que brinda otra recital interpretativo, pero esta vez en el bando de los 'buenos'. Y, cómo no, sus judíos matanazis y sus justicieros del Oeste ponen el lazo con un baño de sangre a modo de purificación vengadora.

Cartel oficial de 'Django desencadenado'

Tarantino vuelve a tratar de derruir -desencadenar- esterotipos al tiempo que reescribe la Historia (¡este tipo mató a Hitler!), tomando ejemplos de la cultura pop anquilosada en los tiempos y llevándolos a su particular territorio. ¿Lo consigue o termina encadenado a sí mismo en los recursos de siempre? Depende de si amas o no al cineasta de Knoxville.

Como siempre, los secundarios son clave en la cinta de Tarantino. El Di Caprio más bastardo que recordamos y un Samuel L. Jackson ¡racista! terminan por conquistar la trama. Ellos, sumados a waltz, dejan al Django de Jamie Foxx en otra dimensión.

La estética vintage de serie B también tenía que estar presente en forma de zoom exagerados o grandes rótulos de tipografía cutre. La banda sonora merece mención aparte: Tarantino debe ser la única persona en el mundo capaz de mezclar a Ennio Morricone y 2Pac sin que el resultado final desentone. Tampoco le falta tiempo para rendir su particular homenaje a viejas glorias: Franco Nero, el 'Django' original, hace un cameo.

Sígfrido busca su Brunilda
Argumentalmente, el Django de Quentin es el viaje de Sígfrido que busca a su Brunilda -esta vez esclava en una plantación- en otra reescritura de un mito germánico. En Tarantino todo es homenaje, pero también exageración: sus pistolas del siglo XIX matan como misiles en su clásica estilización de la violencia.

Inmensos bloques argumentales, diálogos de verborrea trepidante y, por supuesto, humor desternillante

Spike Lee, a quien un código de barras le produce sarpullidos, tilda la película de racista. Tarantino ha adquirido una capacidad innata para reírse de los temas más serios (el 'gag' de las capuchas del Ku Klux Klan es, simplemente, memorable), y lo cierto es que Quentin parece estar por encima del bien y del mal.

Alegato contra el pasado esclavista
El cineasta de Knoxville ha llegado a comparar en una entrevista a la esclavitud en América con el holocausto judío, así que podemos entender su 'Django' como un alegato contra el pasado esclavista de su país. Todo ello aderezado con todo lo que cabría esperar de un spaghetti western de Quentin Taratino.  

Como en los 'bastardos', desmuestra que se puede abordar cualquier tema sin perder la honradez y, por supuesto, el humor. Tarantino no se quiere encandenar a la Historia, a los clichés, a ideologías ni al qué dirán. Tarantino está, más que nunca, 'desencadenado'.

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