ObjetivoTV» Series

Por Betty M. Martínez

Todos los recuerdos que nos deja el viaje a 'En tierras salvajes'

'En tierras salvajes' llegó con dos avales destacados. Por un lado, partía de una idea original de Ramón Campos y Gema R. Neira, que a través de Bambú Producciones, atesoran un brillante historial de éxitos.

En tierras salvajes - cap 55

En tierras salvajes - cap 55Atresplayer.com

Publicidad

Por otro lado, era un producto made in Televisa, auténtica reina maga de la producción de telenovelas durante décadas. De esa combinación ha surgido un viaje cuyo final nos deja esa agridulce sensación de cierta tristeza por despedirnos de algo muy apreciado, pero la satisfacción de haberlo vivido intensamente.

La mujer que todo lo cambió

Descubrimos ‘En tierras salvajes’ de la mano de Isabel (Claudia Álvarez), que desde el primer día nos contagió su emoción tanto por descubrir un lugar de incomparables paisajes como por formar parte de una gran familia.

Isabel llegó con la ilusión de la recién casada a casa de los Otero, pero pronto llegaron los sinsabores. Primero, una suegra que la recibió con las uñas preparadas por no considerarla “adecuada” para el príncipe de la casa. Segundo, porque ese supuesto príncipe escondía demasiadas mentiras detrás de su irresistible mirada.

Eso sí, justo es reconocer que entre los Otero también encontró alegrías. Si la suegra no perdía oportunidad para dejar en evidencia sus presuntos fallos, el suegro no escatimaba palabras de ánimo y cariño. Si la relación entre Isabel y Amparo ha sido casi una lucha de poder por ver cuál de las dos ejercía más influencia sobre los hombres Otero, entre Arturo y su nuera se creó un vínculo muy especial, una fuerte conexión que ni siquiera la amnesia pudo borrar.

Si en Arturo encontró una figura paterna, Sergio ha sido lo más parecido a un hermano. Es cierto que los sentimientos de él eran de otra naturaleza, pero, sin duda, formaron un buen equipo. Sergio siempre fue un buen respaldo para Isabel ante los ataques de Amparo e Isabel fue la mejor aliada del médico en su defensa de una atención sanitaria gratuita y de calidad para los vecinos del pueblo.

Pero obviamente el Otero clave en la vida de Isabel ha sido Daniel. La suya no fue una relación fácil. No es sencillo asumir que te has enamorado del hermano de tu marido y hay que tener mucho valor para seguir adelante con esa relación y hacer frente a todos los efectos colaterales de esa decisión. Pero Isabel fue valiente y dio un paso al frente, aunque también es verdad que cuando lo creyó necesario, cuando vio que su presencia era más un problema que una alegría para Daniel, se hizo a un lado.

Lo hizo cuando Carolina se quedó embarazada porque entendió que aquella criatura se merecía crecer dentro de una familia y lo hizo cuando el dolor por la desaparición de Sergio era demasiado profundo.

Es curioso. Isabel ha vivido tanto en este tiempo, ha reído tanto, ha llorado tanto, ha sido tan generosa y valiente, que consiguió que olvidáramos por completo la razón por la que llegó a ese lugar. Isabel viajó a San Juan del Valle porque estaba enferma, porque necesita aire puro, porque su vida corría peligro.

Sin embargo, esa mujer enferma se convirtió en la mejor enfermera de su nuevo hábitat. Fue siempre el mejor calmante para la impetuosidad de Daniel. Fue siempre quien encontró la mejor receta para solucionar todas las crisis de la clínica. Aunque causó un importante conflicto familiar, al final resultó ser también la mejor medicina para que los Otero recuperasen la estructura familiar que habían perdido a lo largo de los años.

Todo por ella

Los tres hermanos Otero eran tan diferentes que hasta parecía increíble que pudiesen llevar la misma sangre. Aníbal (Diego Olivera) era ambicioso, egocéntrico, mentiroso y cobarde. Quería triunfar casi tanto como ocultar que era un fracasado. Quería ser un marido ejemplar al mismo tiempo que se veía a escondidas con su amante. Quería ser el hijo favorito al mismo tiempo que engañaba a su padre para robarle.

Daniel (Cristian de la Fuente), sin embargo, era tal cual se presentaba. No había doble cara ni oscuridad. Si quería a alguien, se le notaba en todos los detalles. Si estaba enfadado, lo delataba su rostro crispado. Si algo le parecía injusto, ponía todo de su parte para repararlo.

Y esa nobleza fue la que hizo que estuviera dispuesto a formar una familia con Carolina a pesar de no estar enamorado de ella porque priorizó el bienestar de su hijo sobre el suyo propio. Y sin duda Daniel hubiera sido un gran padre para ese bebé y un buen marido para Carolina, aunque su felicidad estuviera en otro lugar.

Y esa nobleza fue la que le permitió perdonar a su hermano por no haber ayudado a Carolina cundo más lo necesitó. Si justo es reconocer el esfuerzo de Aníbal por encontrar el valor para confesar todos sus errores, pagar las consecuencias y pedir perdón, también hay que valorar la generosidad de Daniel al perdonar y olvidar.

Y entre dos caracteres tan fuertes y potentes como los de Aníbal y Daniel, estaba la serenidad y sentido común de Sergio (Horacio Pancheri), el mediador oficial entre sus hermanos. Sergio era el hijo perfecto, el hermano perfecto, el profesional perfecto, el novio perfecto, pero esa perfección que todos le atribuían a veces fue también una pesada carga.

Pero si algo han tenido en común los tres hermanos ha sido que todos ellos se enamoraron profundamente de la mujer.

Si bien Aníbal cometió una buena cantidad de errores, no podemos dudar de que quiso a Isabel. A su manera, pero la quiso. Y sufrió con su abandono. Es cierto que durante mucho tiempo parecía que sufría más su ego que su corazón, pero sus decisiones finales demostraron que su amor era sincero. No dudó en poner su vida en peligro para salvarla y aceptó su nuevo papel de cuñado.

Del amor de Daniel es imposible dudar. Desde el primer momento sintió que Isabel era especial y cuando vio que su matrimonio con Aníbal no era tan idílico como parecía dio un paso al frente. No fue un camino fácil. Tuvieron que saltar muchos obstáculos, pero lo importante es que cada vez que saltaban una nueva barrera se fortalecían como pareja.

En cuanto a Sergio, fue el enamorado silencioso. Siempre estuvo a su lado, siempre la quiso, pero el suyo fue un amor callado, discreto, oculto. Quizá porque Sergio sabía que en el corazón de Isabel el único lugar que había para él era el de hermano.

Tanto monta, monta tanto

El carácter de los hermanos Otero es, sin duda, herencia de unos padres con unos caracteres también muy marcados y definidos.

Amparo ha sido la gran matriarca, la defensora de las buenas maneras, la protectora del buen nombre de la familia. Amparo tenía una idea muy clara de cómo debían ser las cosas y ha hecho cuanto ha podido para que todo fuese como correspondía a las buenas costumbres. El problema de Amparo es que sus prejuicios le nublaban el juicio y le impedían tomar buenas decisiones. Tenía un ojo pésimo para juzgar a las personas.

Confiaba en Amador dado que era la máxima autoridad del pueblo, pero resultó ser un delincuente. Apostó por Iker como sobrino político, pero resultó ser aún peor que su padre. Defendió a capa y espada a Aníbal, pero resultó que su hijo perfecto cometió tantos errores que casi se lleva por delante el patrimonio familiar.

Amparo ha sido durante toda la historia la gran villana de esta historia. No perdió oportunidad de atacar a esos advenedizos que habían llegado a su familia para destruirla, pero no actuaba por ni por maldad gratuita, ni por odio. Simplemente actuaba como creía que debía actuar. Amparo creía firmemente que sus actos eran correctos y adecuados.

Rechazó a Isabel porque temía que provocara una tragedia entre los hermanos y aborreció a Uriel porque temía que solo estuviese utilizando a Alejandra. Sin embargo, Amparo finalmente consiguió aquello a lo que siempre aspiró. Tener a la familia unida y feliz. Hasta en eso se parecen Amparo y Aníbal, a ambos les costó, pero terminaron asumiendo que se habían equivocado y rectificaron por el bien de la familia.

En cuanto a Arturo, ha tenido que lidiar con una culpa del pasado que Amparo no permitía que olvidara. Si ‘En tierras salvajes’ hubiera sido una serie policiaca, Amparo hubiera sido el poli malo y Arturo el poli bueno. El patriarca siempre ha estado dispuesto a escuchar a cuantos se acercaban a él, siempre ha tenido los brazos abiertos para todos. Quizá solo con Aníbal ha mantenido las distancias porque probablemente ya intuía que sus pasos no eran los más adecuados.

Si Daniela Romo y César Évora han mostrado una vez más su incuestionable talento en cada una de las escenas que han interpretado, juntos y separados, Nerea Camacho y Emmanuel Palomares han probado que el futuro es ya presente. Ambos han interpretado a una de esas parejas que siempre terminas recordando. Es cierto que su relación era bastante tópica (la señorita de la casa con el empleado pobre), pero ambos le han dado una frescura que se agradece.

Habría que hablar también de Carlos Molina y su sucesión de maldades; de la obsesión de Olga-Irene por Aníbal; de Carolina y su sueño de ser feliz formando una familia; de Alba y el padre Blas; de la lucha de una clínica pública para poder atender a sus pacientes frente a los beneficios que dejan los clientes de la privada…

Nuestra estancia ‘En tierras salvajes’ ha llegado a su fin, pero en nuestras retinas se quedan un buen numero de postales con las que rellenar nuestro particular álbum de viajes telenoveleros.

Publicidad