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Por qué deberías perder el miedo a visitar a tu ginecólogo

Acudir a la consulta ginecológica despierta cierto nerviosismo, especialmente en aquellas mujeres que son más jóvenes. Se recomienda visitar a este especialista ya en la etapa de la adolescencia, cuando aparece la primera menstruación. Sin embargo, a estas edades, si no existe un interés de la familia al respecto, esa primera visita se demora y no llega hasta la edad adulta.

Visita ginecológica.

Visita ginecológica.iStock

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Contrariadas por sus propias dudas y ante el miedo a lo desconocido, muchas mujeres evitan o posponen la cita ginecológica sin tener en cuenta que esto puede estar poniendo en riesgo su propia salud, vida sexual y bienestar. Es hora de plantar un jaque mate a estos temores y prejuicios. ¿La razón? Ha llegado el momento de ser responsable y cuidarte:

¿Qué suelen preguntar?

Para realizar su trabajo, el ginecólogo necesita disponer de cierta información: antecedentes médicos, edad de la primera regla y posibles problemas (fuertes dolores, molestias, periodo irregular…), si has estado embarazada, si has tenido relaciones sexuales o si alguna vez tuviste o te sometiste a un aborto.

¿Me hará un examen físico?

Es frecuente, pero dependerá del motivo de tu consulta. Si has tenido relaciones sexuales, este examen físico consistirá en una ecografía transvaginal. El ginecólogo te pedirá que te desnudes de cintura para abajo y que te coloques en la camilla de exploración. Seguidamente, introducirá un instrumento en tu vagina para comprobar que tu útero, cuello uterino, vagina, trompas de Falopio y ovarios están sanos.

¿Qué hago si siento vergüenza?

Mostrar tus genitales no es nada novedoso para el profesional que te atiende en consulta. Quizá la idea de que pueda ser una mujer tranquilice, pero si se trata de un ginecólogo, conviene que tomes aire y te relajes: se trata de su trabajo y no de un encuentro erótico. Lo único que le interesa es tu estado de salud. No obstante, si crees que te vas a sentir más cómoda con una mujer, recuerda que puedes solicitar un cambio de especialista.

Exploración abdominal.
Exploración abdominal. | iStock

¿Y si tengo que hacerme una citología? ¿Es invasiva?

No. El instrumental que se usa no tiene un tamaño mayor a un tampón.

¿Duele?

El hecho de que un profesional urge en tu vagina para conseguir una muestra de tejido del cuello uterino puede ser un poco molesto, pero cuanto más relajada estés, antes pasará. Es una sensación desagradable, pero llevadera y nada dramática. Piensa que depilarte con cera no es precisamente placentero y ahí estás tú, luciendo piernas suaves cada quince días y tu coño impoluto.

La diferencia entre presentarte en la consulta ginecológica y hacerte la cera es que en el primer caso, el ginecólogo podrá descartar si estás infectada por el virus del papiloma humano (VPH) a través de una citología. Se trata de una infección bastante común y cuyos síntomas son bastante discretos. ¿De verdad crees que someterte a esta prueba no es importante?

Según la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), el cáncer de cérvix, a fecha de este año, ocupa el número 18 en el ránking de tumores más frecuentes en España. No te arriesgues y si eres sexualmente activa, sométete a una citología. No olvides que el 40% de los casos de cáncer de útero se detectan en estados muy avanzados, dado que se trata de mujeres que no se someten a revisiones periódicas. Cuando esto ocurre, es más difícil responder de forma positiva al tratamiento. Sin duda, este es un motivo de peso para perder el miedo y seguir a pies juntillas el refranero: más vale prevenir que curar.

¿Me juzgará si no he ido antes?

Más que juzgarte, te recordará la importancia de hacer una visita periódica. Si tu regla te provoca muchos dolores o es irregular, tienes una vida sexual activa, tienes dudas sobre anticonceptivos o has observado algo extraño en las mamas (bultos o nódulos) o la zona genital (verrugas, granitos), tienes motivos para pedir una cita.

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