Ecológicas y sostenibles

Un joven francés fabrica pastillas de jabón con baba de caracol

Las pastillas fabricadas con baba de caracol son beneficiosas para la piel porque contienen colágeno y elastina. Para fabricarlas se necesitan hasta 80 gramos de sustancia y 40 caracoles.

Un joven francés fabrica pastillas de jabón con baba de caracol

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Damian Desrocher es uno de los 3 artesanos que utilizan baba de caracol para fabricar pastillas de jabón en Francia. El artesano utiliza 80 gramos de secreción para realizar 15 pastillas de 100 gramos. En total necesita 40 caracoles, de los que saca 2 gramos de baba. Estas pastillas se elaboran a través de un proceso que permite producir jabones a bajas temperaturas para no degradar la materia prima.

Desrocher consigue sacar la baba de caracol masajeando suavemente al animal, que empieza a sacar el líquido. Es entonces cuando cuidadosamente retira la secreción que más tarde utilizará.

La baba de caracol tiene propiedades beneficiosas para la piel, ya que contiene colágeno y elastina. Sustancias que tienen efectos antienvejecimiento y funcionan como un excelente cicatrizador. Pero también es beneficioso para el medio ambiente, el uso de este tipo de pastillas favorece el consumo local, ecológico y responsable, que cada vez presenta un mayor auge en el mundo de la cosmética.

En concreto, la secreción de los caracoles ayuda a la proliferación, la migración y la supervivencia de queratinocitos y de fibroblastos dérmicos humanos en cultivo, es decir, su baba es buena para nuestra piel porque es rica en proteínas de alto y bajo peso molecular, ácido hialurónico y antioxidantes.

En total, Desrocher cría 60.000 caracoles durante todo el año. "Una vez que los observamos y vemos cómo se comportan son muy entrañables", explica. Su objetivo es producir 3.000 barras de jabón en su primer año de producción.

¿Cuándo se empezó a usar?

La baba de caracol se empezó a utilizar durante el siglo XVIII, cuando se descubrieron las propiedades curativas que tenía para mejorar la tos ferina y la bronquitis crónica.

Este se ha convertido en un uso más atípico que se le dan a los caracoles, más allá de ser utilizados como alimento e incluso como animal para carreras.

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