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Después de que Andrés haya confesado públicamente el asesinato de Belén, el Gran Hotel está revolucionado. La prensa acosa a la familia Alarcón y, aunque Ayala intenta demostrar la inocencia del joven, un nuevo detective llega a Cantaloa para asegurarse de que Andrés es condenado a muerte por su crimen.

Mientras tanto, el juego de pistas en el que se han visto envueltos Julio, Alicia y Maite les dirige hacia el documento que demostrará la verdadera identidad de Diego. Pero, en este juego, nada es lo que parece y, tanto Diego como los protagonistas, serán víctimas de los caprichos de quien está jugando con ellos.

Ayala, ahora fuera del caso de Andrés, se centrará en esclarecer el asesinato de Celia Velledur. Ángela podría ser la testigo clave, pero doña Teresa, con ayuda de una doncella, boicotea las labores de la gobernanta en el hotel para invalidar su testimonio en el caso. Así, los problemas se acumulan para doña Teresa, ya que Laura quiere marcharse con Javier de Cantaloa, separándola tanto de su hijo, como del dinero de la dote. La matriarca de los Alarcón encontrará refugio para sus penas en la persona más inesperada.

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