El Doctor Javier Pérez Obón sometía a sus pacientes más jóvenes a una serie de pruebas diagnósticas, que en realidad carecían de utilidad médica. Marta, una de sus víctimas, acudió a su consulta por una dolencia en un oído. "Me dijo que me iba a poner unos electrodos, descargas para ver si mis estímulos reaccionaban correctamente o no". Para la pruebas, las mujeres debían ponerse unas gafas opacas que les impedía ver. A continuación, el médico les ordenaba que se tumbaran semidesnudas en una camilla.
El doctor Pérez Obón guardaba 400 fotografías y cien vídeos con imágenes íntimas de sus pacientes. Según la sentencia, Javier Pérez Obón les colocaba esparadrapo por todo el cuerpo, y les pinchaba el pecho y las zonas genitales con un punzón. Una de las víctimas le sorprendió mientras grababa. La Policía descubrió que el médico almacenaba imágenes de varias pacientes en su ordenador personal.
A cambio de reconocerse culpable, el doctor Pérez Obón llegó a un acuerdo con la fiscalía por el que sólo cumplirá 4 años de los 100 que su pedían contra él y deberá indemnizar con 3.000 euros a cada una de los pacientes.