Puedes tomarlo en cápsulas
La solución a todos los males se llama aceite de krill
Será que una se va haciendo mayor y va creyendo progresivamente en los efectos beneficiosos de ciertas plantas o de algunos microorganismos. Recién descubierto el aceite de krill, se ha convertido en un fijo de nuestra despensa gracias a su altísimo contenido en Omega 3.
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Empecemos por el principio. El krill es un pequeño crustáceo de unos 2 centímetros de longitud, una especie de minilangostino que vive en grupo y que en los últimos años se ha puesto de moda por su altísimo contenido en grasas Omega 3, que lo convierten en el perfecto aliado para la salud. El aceite de krill, en forma de cápsulas, va ganando adeptos y cada vez surgen más estudios que respaldan sus incontestables beneficios. Incorporarlo a nuestras vidas es la mar de fácil: un par de capsulitas mañana y noche, con las comidas, y el Omega 3 hará acto de presencia en nuestras vidas y, entre otras cosas, incidirá muy positivamente en nuestros cerebros.
Nutricionistas y expertos inciden en la importancia de consumir ácidos grasos Omega 3 y Omega 6, y a menudo no sabemos de qué nos están hablando. Nos suena que en Asia están mucho más presentes que aquí y que eso explica precisamente la mayor incidencia de algunas enfermedades en los países del continente asiático, pero, ¿qué son los Omega 3 y los Omega 6 y dónde los hallamos?
Ambos se denominan ácidos grasos esenciales porque el cuerpo humano no los produce, de manera que deben ser ingeridos. Su consumo incide de forma beneficiosa en la prevención de enfermedades como la arteroesclerosis o las enfermedades cardiovasculares. El omega 3 no sólo incide en la salud cardiovascular, sino que también disminuye los niveles de colesterol y previene las arritmias, los trombos, tiene propiedades antiinflamatorias y mejora estados de ansiedad, insomnio y estrés. Lo encontramos en legumbres, frutos secos (especialmente en las nueces), verduras y granos enteros, y especialmente en el pescado (salmones, arenques, sardina...). Se ha demostrado que muchos casos de hiperactividad en niños están relacionados con una dieta deficiente en ácidos Omega 3.
Por su parte, los ácidos Omega 6 están mucho más presentes en nuestra dieta, pues se encuentra en alimentos fritos y aceites vegetales. Muchos productos de pastelería y bollería que compramos en el supermercado son ricos en Omega 6. También se ha demostrado que tiene propiedades beneficiosas cardiovasculares e antiinflamatorias.
¿Dónde radica el problema en Occidente? En las sociedades industriales tendemos a consumir un porcentaje mucho más alto de ácidos grasos esenciales Omega 6 que Omega 3, lo que supone un problema a la hora de metabolizarlos. El desequilibrio entre ambas grasas provoca que la síntesis por parte de nuestro organismo de un tipo de grasas (en este caso los Omega 6, que suelen ganar por goleada en una dieta occidental estándar) inhibe la síntesis del otro tipo. En resumen: es recomendable equilibrar la ingesta de ambos tipos de grasas poliinsaturadas, y aquí es cuando entra en juego el aceite de krill.
Antes de detenernos en los beneficios de este producto, vale la pena recomendar la incorporación de ácidos grasos Omega 3 a nuestro día a día mediante la inclusión de algunos hábitos: comer pescados de 2 a 4 veces semanales, ingerir a diario un puñado de frutos secos y, especialmente, tomar también diariamente vegetales, algo que es sencillo si nos acostumbranos a utilizarlos como guarnición.
Pese a todo, si queremos consumir ácidos Omega 3 en forma de compuestos (cosa que recomendamos a todo el mundo, pero especialmente a todos aquellos que atraviesan por estados de estrés, ansiedad, nerviosismo, insomnio...) una buena manera es hacerlo en forma de cápsulas de aceite de krill, un compuesto procedente de este animalillo marino que podemos adquirir en herboristerías a precios bastante razonables y del que debemos tomar varias cápsulas al día.
Como en todo compuesto natural, el efecto no va a ser inmediato. Pero probablemente en unas semanas vamos a empezar a notar sus efectos. Contienen también fosfolípidos y antioxidantes, de manera que vamos a notar enseguida sus efectos sobre la piel y sobre trastornos como el síndrome premenstrual.
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