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LOS MILLONES NO TE HACEN SIBARITAS

¿Qué come Donald Trump?

Tampoco en el aspecto culinario se salva Donald Trump. Al hombre más controvertido del momento le pirra el fast food: cuanto menos saludable, más a su gusto. Y a ver si adevináis cuáles son sus 'must'.

Donalda Trump

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Si realmente somos lo que comemos, tampoco en el aspecto culinario se salva Donald Trump. Todo en él huele a chamusquina, también lo que se lleva a la boca. Al hombre más odiado y controvertido del momento le pirra el fast food: cuanto menos saludable, más a su gusto. ¿Acabará con él una moción de censura, el colesterol o lo tóxico de la carne chamuscada?

Entre los platos favoritos del Presidente de los Estados Unidos está el filete carbonizado, "crujiente" diría él, "duro como una piedra" diríamos nosotros y el mayordomo que sopló el dato. Según The New York Times también es fan de los huevos muy bien hechos, el pastel de carne, las cheeseburgers, las pizzas, los espaguetis y las ensaladas César con mucha salsa. Para compensar la Coca Cola la toma en versión Diet, no vaya a ser que se le dispare el azúcar en la sangre, y deja los bordes de la pizza, así es su idea de una dieta saludable. Eso sí, no acostumbra a tomar té, café o alcohol. Menos mal: imaginad las barbaridades que podría hacer si encima le diera al "drinking".

El restaurante de referencia de Donald Trump es, no podía ser de otra manera, el McDonald's. ¿Hay algo más populista y americano que eso? En la CNN confesó su pasión por las Big Macs, la hamburguesa cuarto de libra con queso y la de pescado y justificó su amor por los fast foods porque son rápidos y limpios, además de porque cree que sirven buena comida. Su otra cadena predilecta es la neoyorquina Jackson Hole Burgers. En las redes, además, le hemos podido ver comiendo cubos de Kentucky Fried Chicken (con cuchillo y tenedor) y ¡tacos! ¿Se los habrán pagado los mexicanos? Una curiosidad: en los 90 protagonizó un spot de Pizza Hut.

Siguiendo con sus hábitos poco saludables, evita el desayuno y, sobre todo, las verduras, así que podemos adivinar cómo acabará el pobre huerto orgánico que Michelle Obama plantó en la Casa Blanca. Conclusión: ser multimillonario y disfrutar de placeres gourmet no siempre van de la mano. Por algo existe el dicho "no echéis margaritas a los cerdos".

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