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Emilio Moya ha tenido palabras de reconocimiento para las víctimas, que denunciaron los hechos y para las familias.

No es habitual que se lea una sentencia en audiencia pública, pero el caso merecía un tratamiento especial. La expectación era tremenda. Desde primera hora de la mañana los medios de comunicación abarrotaban la entrada a los juzgados. En la sala había periodistas, público y familiares, algunos de ellos llorando.

El juez pedía la policía que esposara a Ivonne, anulaba su libertad decretada durante el proceso. Su madre lloraba al ver esa imagen. Fue el momento de mayor expectación. Pero los términos que se han utilizado en esta sentencia sin precedentes creaban un ambiente de tensión continua.

Ivonne y Juan Luis, el imputado que ha quedado en libertad, también su abogada, fueron los únicos que dejaron aflorar sus sentimientos. María José y Fernando Torres Baena se mantuvieron con la mirada fija y sin expresión. Acusados, abogados, prensa y público eran conscientes de la transendencia de este proceso.

Su cara era desaprobación. Fuera de la sala, ya lo ve, quedaba patente que hoy se conocía la sentencia del caso más importante de abusos a menores del país.

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