Lucas y Povedilla han conseguido escapar del penal junto con Salazar y su chivato. Desde fuera, alguien muy preparado les guía mediante un complejo sistema por satélite a través de alcantarillas y pasadizos. Lucas apunta constantemente a Povedilla como si se tratase de su rehén, sabe que los delincuentes necesitan de los supuestos conocimientos informáticos de su compañero para poner en marcha sus planes criminales. Sin embargo, Salazar pretende deshacerse de Lucas lo antes posible.

Don Lorenzo hace una nueva declaración sobre las circunstancias de la muerte de Ruth. El juez, que se muestra implacable en el interrogatorio, está convencido de que el comisario mató a la psicóloga a sangre fría. Para el magistrado, los motivos están claros: la psicóloga le había sido infiel y era una infiltrada a las órdenes de Uriarte. Todos los compañeros apoyan la versión de Don Lorenzo pero la declaración de Montoya, la más importante, es rechazada porque testificó bebido.

A Rita, que está de visita con su bebé en la comisaría, le entra un ataque de nervios al sospechar que los dos reclusos a los que han linchado durante el motín de la cárcel son Lucas y Povedilla. Para que se tranquilice, cada uno de sus compañeros le proporciona una pastilla relajante. La agente se duerme tan profundamente que es incapaz de atender a su hija Sabina. Curtis, Kike, Mariano y Aitor se las apañarán para cambiarle los pañales y proporcionar comida a la recién nacida.