Pepa escucha escondida las palabras de amor que Tristán le dedica a su esposa Angustias y cambia su actitud con él. Vuelve a centrarse en su único objetivo: su hijo Martín y descubrir la verdad.
Mauricio descubre huellas en la presa y Francisca interpreta que Raimundo ha estado allí, sin saber que fue precisamente él el que detuvo lo que podía ser una tragedia, una explosión en toda regla.
Emilia, la hija del tabernero, indaga por su cuenta y descubre que el alcalde quiere sacar tajada y está intentado convencer a Raimundo, su padre, para que venda al señor Antúnez la casa de comidas. Raimundo está hundido, hasta que una tromba de agua riega sus tierras. La lluvia le ha dado un soplo de esperanza.
Rosario se preocupa por la relación de Soledad y Juan, y Tristán muestra su disconformidad ante tal asunto. Los dos jóvenes ven sólo una salida, escaparse juntos de Puente Viejo.