Siguiendo las indicaciones de Manolita, Inés y Cristóbal encuentran a orillas del Manzanares a un mendigo compañero de borracheras de Elsa. Y Cristóbal se lleva una gran impresión al descubrir que su madre no lo había olvidado del todo. Inés le da su tarjeta al mendigo e intenta convencerlo de que declare en el juicio, a lo que este se muestra muy poco dispuesto. Cuando regresa a casa, Inés no se atreve a contarle a Arturo lo que ha hecho.
Josefina prepara la cena que debe servir para reconciliar a las dos familias y en la que, según prometió a su tío, Mauro debe interceder por él ante su padre, a cambio de que Vicente no cuente su expulsión de la Escuela. Y como cabía esperar la cena acaba como el rosario de la Aurora. Marcelino es recibido en la plaza como un héroe tras la victoria futbolística y Pelayo le hace prometer que ahora hará frente común con él contra los uniformes de Manolita.