La prensa recoge la detención de Mauro y, a causa de haberle encontrado las joyas en su poder, lo consideran culpable por unanimidad, lo que hace flaquear la fe de Emilia en su sobrino y predispone a Vicente a dar el siguiente paso en su estrategia: quitarle el caso al bufete Olazábal y dárselo a Gascón y Asociados, menos diestros en materia criminal. Esas mismas acusaciones unánimes a Mauro, refuerzan la determinación de Inés y Arturo en la defensa. Inés amenaza a Martín si a Mauro le torturan en comisaría y Arturo pergeña una defensa. Sin embargo, un nuevo nubarrón se cernirá sobre la inocencia de Mauro: Tomás cree que debería haber ayudado más a su amigo.
Carmen y Arturo se despiden, lamentándose ambos de que Arturo haya sido incapaz de amar a Carmen durante todo este tiempo. En realidad, Arturo lleva toda la vida enamorado de la madre de Inés. Inés está tan inmersa en la defensa de Mauro que rechaza, al menos interinamente, una propuesta de “paz” de Pía.
Pelayo y Marcelino están muy distanciados porque éste le ha pedido a Fernando que se fuera. Pelayo defiende con uñas y dientes a Fernando, incluso ante la eventualidad de que le haya robado un dinero a Tomás. Valeriano quiere contratar extras para su película entre la gente de El Pozo. Martín sabe que Alicia ha estado intentando informarse sobre Fernando y se presenta en su casa dispuesto a divertirse a cambio de esa información. Alicia no lo permite, claro, pero se da cuenta de lo mucho que sabe Martín sobre el asunto y, sobre todo, recibe como una bofetada el certificado de defunción de Fernando.