PARECE FÁCIL, Y TODOS SABEMOS QUE NO LO ES
10 claves para que la bechamel te salga buena
Harina, leche y mantequilla. Sólo tres ingredientes que se mezclan en una sartén y dan lugar a una de las salsas más populares de nuestra gastronomía, que tanto te alegra una lasaña como unos canelones o te maquilla cualquier verdura (esa coliflor con bechamel gratinadita). Pero, ¿sabes hacerla? Si te queda harinosa, excesivamente compacta o con grumos, es que hay cosas que debes aprender.
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1- Las cantidades dependen mucho de si queremos una bechamel más líquida (la que solemos utilizar en lasañas, por ejemplo) o una más consistente, que solemos emplear, entre otras cosas, para elaborar croquetas. Pero en principio nuestra recomendación es 1 l de leche, 100 g de harina y 100 de mantequilla, aunque hay quien utiliza 80 g y quien aumenta esta cifra a 120 g.
2- El principal problema de la bechamel suelen ser los terribles grumos. ¿Cómo evitarlos? Lo primero es tamizar la harina con un colador, y lo segundo hacer un 'roux' con la harina y la mantequilla, esto es, calentar la mantequilla en un cazo durante unos minutos y poco a poco ir añadiendo la harina, a fuego medio, hasta que ésta quede bien disuelta con la mantequilla. Hay que dejar cocer bien la mezcla para evitar que la salsa tenga un sabor excesivamente harinoso que puede echar a perder cualquier plato. Poco a poco, la mezcla quedará como una bola y tendrá un tono dorado. Es en ese momento cuando debemos apartarla del fuego.
3- Otro error común es añadir la leche fría, pues tendremos que esperar a que se caliente y, especialmente en vitrocerámicas, la cosa puede ser cuestión de demasiados minutos. Añadimos la leche ya bien caliente y removemos a fuego medio durante unos diez minutos, sin parar, hasta que la masa adquiera una textura cremosa.
4- La bechamel es una salsa que admite todo tipo de especias. La más habitual es la nuez moscada, que añadiremos al final, pero en realidad cada uno puede utilizar las especias que desee en función del plato en el que se va a emplear la bechamel, siempre con cuidado de no abusar.
5- Cuando, pese a todo, nos ha quedado algún grumo, no hay que desesperar. Siempre hay alguna solución 'last minute' como darle un toque fulminante con la batidora, muy breve, o simplemente colar con un colador muy fino, de los de tela, que acabará con todos los grumos que hayan podido quedar.
6- Si vamos a utilizar la bechamel para hacer unas croquetas, debemos dejarla enfriar. Para ello, la colocamos en un recipiente bien tapado con papel film.
7- ¿Que te ha sobrado bechamel? No te preocupes, puedes guardar la que te sobre en el congelador, durante un máximo de tres meses, siempre y cuando esté bien tapada herméticamente.
8- Si eres de los que cuentas las calorías, una buena manera de reducir el aporte calórico de esta salsa es sustituir la leche por caldo de verduras. Mantenemos harina y mantequilla pero solidificamos la mezcla con un buen caldito de verduras al gusto. Os aseguramos que el resultado es delicioso.
9- Algunos recetarios de cocina vegana y macrobiótica, que limitan mucho el consumo de harinas refinadas, recomiendan hacer la bechamel con harina de arroz.
10- De la misma manera que las harinas refinadas han perdido popularidad en los últimos años, gran parte de la población ha reducido la ingesta de lácteos, de manera que mucha gente apuesta por sustituir la leche de la bechamel por agua: hacer una masa con agua y harina y guardarla 24 horas en el frigorífico.
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