Publicidad

ESTABA PERFECTAMENTE ORGANIZADA

Desarticulada en Madrid una peligrosa red que había asaltado más de 50 viviendas

Los arrestados disponían de un "piso de seguridad" en un distrito madrileño donde custodiaban varias armas, material para la comisión de los robos por el procedimiento del bumping y una gran cantidad de efectos provenientes de los robos. Presuntamente, son los responsables de desvalijar más de 50 viviendas por todo el territorio nacional, especialmente en la ciudad de Madrid.

Agentes de la Policía Nacional han desarticulado en Madrid una célula operativa especializada en el robo de viviendas por el método del 'bumping', y han recuperado más de 2.000 objetos sustraídos.

Los arrestados están vinculados a la organización criminal Kutaiskaya y actuaban bajo las órdenes directas de un "Ladrón de ley" -máxima autoridad en las organizaciones criminales de origen ex soviético-. Los arrestados disponían de un "piso de seguridad" en un distrito madrileño donde custodiaban varias armas, material para la comisión de los robos por el procedimiento del bumping y una gran cantidad de efectos provenientes de los robos. Presuntamente, son los responsables de desvalijar más de 50 viviendas por todo el territorio nacional, especialmente en la ciudad de Madrid.

La investigación comenzó el pasado mes de enero cuando el Agregado de Interior en Georgia comunicó la llegada a nuestro país de una importante célula criminal de origen georgiano especializada en el robo planificado y reiterado de viviendas. Esta célula se había asentado en la ciudad de Madrid y, además de la comisión de robos, se encargaba de custodiar un piso de seguridad de la organización criminal Kutaiskaya en España.Estas organizaciones mantienen diversas células itinerantes que se desplazan de un país de la Unión Europea a otro cuando son detectadas.

En el nuevo destino reciben el apoyo de la red criminal para seguir delinquiendo y continuar enviando los beneficios obtenidos. Con tal fin, disponen de viviendas de seguridad donde suelen custodiar armas y material para cometer los ilícitos.Tras diversas gestiones, los investigadores comprobaron que la célula operativa recién llegada a Madrid se había desplazado desde Alemania hacía unos diez meses. Estaba compuesta por cuatro individuos, tres hermanos de sangre y una cuarta persona condenada por tentativa de homicidio en Georgia, que había permanecido 10 años en prisión en aquel país.

La célula tenía un claro reparto de papeles. El líder permanecía en el interior de la casa de seguridad, custodiando las armas y los objetos sustraídos, y nunca acompañaba a los otros tres miembros a la hora de cometer los robos. Sus dos hermanos eran expertos en cerrajería, capaces de abrir cualquier tipo de cerradura gracias a su gran pericia técnica.

El cuarto miembro se encargaba de localizar los pisos donde robar, instalar los testigos en las puertas seleccionadas, realizar las medidas de seguridad y contra-vigilancia y sustraer los efectos en los domicilios una vez que el especialista había forzado la cerradura.Tras analizar varias denuncias por robo con fuerza mediante el uso de ganzuado, los agentes comprobaron la similitud entre varias de ellas y delimitaron la zona de actuación, estableciendo un servicio de vigilancia en el lugar. Días después, localizaron a tres individuos que coincidían con las características y patrones de conducta de los investigados y comprobaron que se trataba de ciudadanos de origen georgiano, aunque portaban documentación falsa de Estonia y Lituania, y con antecedentes penales en Alemania y Georgia por robos en viviendas.

Por todo ello, los agentes intensificaron las vigilancias sobre estos individuos y comprobaron su ilícita actividad. A diario, tres de ellos salían de su vivienda y se desplazaban a diferentes barrios de la capital donde, tras acceder a los portales de las fincas, colocaban testigos de plástico transparente en el marco de las puertas. Estos testigos eran instalados para controlar y comprobar si había moradores en el interior de la vivienda de tal manera que, cuando iban a cometer los robos, observaban las puertas que continuaban con los testigos colocados. Esa marca les indicaba que en ese periodo de tiempo no había habido movimiento alguno en la vivienda, lo que les daba vía libre para cometer el robo.Los investigadores pudieron comprobar que los fines de semana salían del piso de seguridad a última hora de la noche y regresaban a primera hora de la mañana, por separado y en intervalos de tiempo de diez minutos, portando maletas y mochilas que inicialmente no llevaban consigo. La rutina era siempre la misma: los días laborables realizaban labores de localización de viviendas y los fines de semana cometían los robos.

Publicidad