Pedro confiesa que trabaja sin conocer al comprador y sólo lo hace a cambio de una generosa comisión; no es capaz de arrojar luz sobre las dudas de Francisca. Decide entonces buscar un acercamiento con el pueblo para ver si así con la proximidadc onsigue alguna confidencia... pero el primero al que se acercará será Raimundo, y como siempre ocurre, saltan chispas. Y las noticias que llegan no son buenas, pues las tierras compradas ya igualan la productividad de la de los Montenegro; suponen una gran amenaza.

Severiano no se marchará hasta que Emilia le perdone, y si quiere la verdad se la dirá: sólo fue al burdel para acompañar a los Castañeda. A Alfonso se lo llevan los demonios. Pepa en cambio le hace ver a Emilia que la supuesta verdad anda un poco coja. ¡Ándate con cuidado, Emilia!

Juan, muy borracho, increpa a Soledad por seducir a su hermano. La chica, dolida, promete vengarse... además Soledad no es la que era.

Raimundo por fin consigue hablar con esa presencia que le inquietaba. Se llama Eulalio y ha venido a recuperar lo que le pertenece después de tantos años.

Pepa es consciente de que el pueblo está perdiendo la confianza en ella y se lamenta. Pero sigue centrando su atención en la desaparición de Martín, y llegan noticias desalentadoras: Mauricio llega con la ropa de Martín ensangrentada.