Ante la conmoción general por el aplastamiento de Tristán por los barriles, nadie sabe cómo reaccionar. Carmen se hace cargo de la situación y recoloca el dislocado hombro de su padre.

Candela cree que hay que poner a Aurora nerviosa para que se delate, por lo que desarrolla una idea.

Mientras, Fernando se hace la víctima. Francisca insiste, ya que no quiere que María sea infeliz toda su vida.

Emilia y Alfonso están dispuestos a marcharse de Puente Viejo para salvar del hospicio al bebé.

Por su parte, Gonzalo avanza por el camino hacia un futuro incierto, acompañado por sus pensamientos. Llega por fin a casa de su amigo y se lleva una gran sorpresa al saber que ha vuelto.

Además, Aníbal se niega también a aceptar la ayuda de sus vecinos ante la enfermedad que se le avecina.