Desde muy pequeño Antonio quería ser Guardia Civil, su condición de gitano no fue un impedimento para lograr sus fines, "mi padre pagó 150.000 pesetas para que yo entrara en la academia", reconoce Antonio.

Esta condición de gitano hizo que inmediatamente le trasladaran en la unidad de policía judicial donde se fraguan los casos más complicados. Resolvió, junto a su equipo numerosos y complicados casos (el del secuestro de la farmacéutica de Olot, por ejemplo), casi todos relacionados con mafias.

Todo cambió una Nochebuena cuando un abogado interpuso contra él una denuncia a las 3:20 de la madrugada. Esa denuncia le llevó a la prisión preventiva durante 14 meses junto a presos comunes.