Pepa decide finalmente no huir con Martín, no es el momento ni la forma adecuada de arreglar las cosas. Le entra miedo y vuelve a la Casona, a devolver al niño, al que todos están buscando. Lejos de parecer sospechosa, todos reciben a Pepa como la salvadora, y en especial Angustias, que cambia su actitud hacia ella y se siente agradecida.
Pepa, sin embargo, no tiene ganas de agradecimientos y se muestra desolada por su situación, atrapada como está ahora entre un plan imposible por recuperar a su hijo y en un amor que crece sin medida hacia Tristán.
Por otro lado, los Castañeda no pasan momentos mejores, el padre necesita una medicina urgentemente, que sólo puede conseguirse con dinero. Un dinero que no tienen y que Soledad intentará conseguir a como dé lugar.
Raimundo se queda sin riego en sus tierras y asocia esta “inesperada sequía” a un plan urdido por doña Francisca, su enemiga. Y no le faltará razón.