Alberto es requerido para certificar la muerte de Tristán. Mientras, Pepa llora desconsolada y jura amor eterno al joven fallecido.
Muy malherido por la explosión, Juan consigue volver a su casa. Ahora tendrá que guardar reposo absoluto con el miedo a que la justicia caiga sobre él. Los hermanos investigan si hay pruebas que vinculen la explosión con su hermano pero, de momento, lo único que les llama la atención es la desaparición de Alvarado, quien le puso al frente del contrabando.
Entre tanto, el Capitán Cortés pregunta por Hipólito levantando la sospecha de que haya cometido alguna tropelía en el ejército. Por fin, la explicación de la marcha de Hipólito del ejército: la hija del Capitán está profundamente enamorada del muchacho.
Don Anselmo acompaña a Francisca a por el cadáver de su hijo... Pero, ¡Tristán no ha sido ajusticiado! La nota de confesión de Prieto llegó justo a tiempo.
Por su parte, Emilia ha decidido aceptar la oferta del cocinero. Se irá a vivir a Madrid. Alberto cree que si Emilia supiera el verdadero estado de su padre, no se iría, no podría dejarlo solo.
Pepa está totalmente desconsolada cuando ve a Tristán yendo hacia ella. El encuentro no puede ser más apasionado; la esperanza renace.