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PROGRAMA 6 I CASADOS A PRIMERA VISTA CON 'SUPER FALETE'
No hay psicóloga, sexóloga o psiquiatra que arregle esto
No hay psicóloga, sexóloga o psiquiatra que arregle esto. Así que, salvo sorpresa de última hora, podemos adelantar ya que casarse sin haberse visto ni hablado antes es un error. Quién nos lo iba a decir porque inicialmente parecía una buena idea.
Un buen divorcio equivale a más de cien sesiones de spa y quiromasaje: relaja y tonifica. Y hay que hacerlo cuanto antes, para poder recordar con cariño los momentos vividos durante el corto matrimonio sin que se enturbien con las sombras; para que Salva pueda soñar con Gloria desnuda rodeada de pasteles o para que Quique sonría al recordar su romántica travesía en teleférico con Vero; o para que Laura y Mariano recuerden con una amplia sonrisa que… bueno, que su divorcio se tramitó rápido y sin incidencias.
En cuanto a Toñi, terminará el programa sin conocer a Laurent. No tiene nada de particular porque ni siquiera conoce Chiclana, que es su pueblo. Siempre lo repito, pero el belga debería salir corriendo de allí, y más ahora que hemos escuchado a Toñi decir que se lo había llevado a uno de los Puntos Mágicos porque “si se resbalaba se quedaba viuda”. Ni siquiera puede tener un momento de paz en un brindis, porque para ella “Santé!” es “Sartén” y, claro, él tiene miedo de recibir un golpe porque sabe, ahora todos lo sabemos, que Toñi quiere enviudar.
En fin, que esto se va acabando y me viene a la cabeza el optimismo con el que comenzamos. Eran otros tiempos, en los que confiamos el diseño de parejas perfectas a una máquina, como si no hubiéramos aprendido nada de la primera ley de robótica que expuso Asimov: “Un robot no hará daño a un ser humano o, por inacción, permitirá que un ser humano sufra daño”; lo que, una vez procesado por el ordenador, se convirtió en “No permitas que salgan parejas estables de esto”.
Una vez más, la máquina ha vencido al hombre.
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