VODKA CON LIMA, CALIMOCHO, SANGRíA DE CAVA O LECHE DE PANTERA
Diez combinados aberrantes que nunca tenían que haber existido
Ahora vamos todos de exquisitos mientras cruzamos la ciudad en busca de cardamomo para nuestro gin-tonic, y dominamos como el que más la técnica del aspaviento a la hora de catar vinos. Pero hubo un día no hace tantos años en el que sosteníamos un vodka con lima mientras nos creíamos los reyes del mambo.
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Haber sido cum laude en mezclas terroríficas durante la juventud tiene, aunque sea difícil de ver, cosas muy positivas. Creces con una tolerancia a la resaca que ya quisiera para sí Mickey Rourke. Haber bebido cantidades industriales de calimocho en noches legendarias que comenzaban a las 8 de la tarde y finalizaban a las 8 de la mañana, y levantarte al día siguiente como si nada para ir a comer a casa de tu tía, hace que ahora que te has hecho mayor y tomas ¡¡¡¡vodka-tonics!!!! no entiendas la extendida excusa de “el domingo no salgo, tengo resaca”. Resaca era aquello. Resaca era lo de antes. Resaca, compañero, no es que te hayas tomado tres cañas y dos copas de vino. Analicemos qué la provocaba.
1- Calimocho. Poco se puede decir de la combinación en vaso de tubo de vino malo y refresco de cola igualmente malo. Y cuando decimos vaso de tubo estamos hablando de la situación ideal, del Hendricks-Fever Tree del calimocho, ya que lo más habitual era el calimocho casero elaborado con vino de tetra-brik y cola de dos litros (a poder ser de marca blanca) en plena calle, listo para ser degustado a morro en parques y demás espacios urbanos por grupos que tenían siempre un mínimo de quince integrantes. Me chiva mi compañero Javier Sánchez que existe una cosa que riza el rizo de la horripilancia coctelera: calimocho con licor de mora o, en el peor de los casos, calimocho con licor de kiwi. Que en muchos sitios del norte lo ponen, que él lo ha tomado y que aún así hoy en día es un ciudadano de bien que paga sus impuestos y saluda a sus vecinos. Lo que indica que incluso Charlie Sheen puede convertirse, si se lo propone, en una persona de bien.
2- Sangría de cava. Ahora habrá sangrías Premium y los grandes cocteleros estarán luchando para dignificar esa bebida tan nuestra, tan popular, que enloquece a los guiris, pero digámoslo alto y claro: la sangría nunca tenía que haber sido inventada. Y nunca tenía que haberse hecho mayor y haber vivido esa adolescencia díscola en baretos de grandes mesas de madera repletos de adolescentes intentando colar un duro en un grupo de vasos de los que había bebido hasta el apuntador. Nadie nunca tenía que haber acabado cantando 'Asturias patria querida' abrazado a alguien que hacía media hora era un perfecto desconocido y ocupaba un asiento en la mesa de al lado. Y nadie, nunca, tenía que haberse apuntado al "más difícil todavía", y añadir a todo esto cava. No perdamos, pues, la memoria histórica, pero alegrémonos por una vez de que, pese a lo esnob del asunto, sean tiempos de gin-tonics.
3- Grosella con naranja. Y cuando decimos naranja, entendamos refresco gaseoso con naranja, que no es lo mismo ni de lejos que un zumito recién exprimido. Es de la familia de San Franciscos y demás cócteles sin alcohol, pero es capaz de aniquilar las papilas gustativas de cualquiera del mismo modo que lo haría el salfumán. Es la típica bebida que solía pedir en los 90 alguien que por principio no bebía alcohol, el cual, sorprendentemente, solía ser siempre el primero en irse. Años ha, con la inocencia de la juventud, esto se achacaba al desfase entre el que se ha bebido unas copas y el que sigue sobrio mientras el resto empieza a mover las caderas. Pero en realidad tiene otra explicación relacionada con las tendencias suicidas que provoca el hecho de tener litros de naranjada, azúcar, colorantes y edulcorantes campando a sus anchas por tus venas.
4- Vermú blanco con limón. Mal, muy mal. Y lo peor de todo es que es un combinado que denota una voluntad de sofisticación que hace aún más terrible el asunto. Crees que al haber pasado de las bebidas dulzonas de tus primeros años tras la barra de un bar a otras que se hallan en el extremo opuesto del abanico gustativo te hace parecer más 'cool', cosa que puede que sea cierta, pero también va a provocarte una úlcera de caballo. De hecho, cuando el barman te dice “si te gustan las bebidas un poco ácidas”, en realidad lo que te está diciendo, si entiendes el lenguaje secreto de los barmans, es “voy a ponerte una bebida que te va a perforar el estómago”. Y como el vermú blanco no contiene mucho alcohol y menos combinado con cantidades industriales de limón y tras haber cenado un cabrito, te tomabas seis en pocas horas y la noche acababa en drama.
5- Vodka con lima. Es el mal en materia de combinados. De hecho, Putin era un tío majo que los domingos solía acercarse a la perrera municipal a pasear a los perros abandonados hasta que se tomó un vodka con lima y todos conocemos el final de la historia. Suponemos que combinar lejía y matarratas debe tener un gusto similar.
6- Bebidas de colorinchis con lo que sea. Ya lo decíamos por estos lares, beber bebidas azules, lilas o de cualquier otro color más propio de un bikini que de un licor es una cosa absolutamente antinatural, por más que te las disfracen de refrescante mezcla de bebidas tropicales. Nuestro organismo suele rechazar los alimentos azules porque lo asociamos inconscientemente a alimentos estropeados o podridos, cosa que nos viene de la época del Homo Sapiens. Por qué la gente no respeta los sabios consejos de nuestros ascestros es una incógnita que ha dado fama a brebajes multicolores de toda índola, especialmente terribles cuando aparecían en ruletas de chupitos y demás salvajadas de los 90.
7- Whisky con naranja. Y ni siquiera vale si lo tomas con cola. Si somos malotes y queremos tomar whisky hay que hacerlo 'on the rocks', y si no aceptemos que lo nuestro van a ser las cañas de por vida. El whisky con naranja de antaño ha dado paso a algo todavía peor: whisky con bebidas energéticas tan populares en los últimos tiempos. Sólo cabe una respuesta: NO.
8- Orgasmo. Por qué lleva ese nombre la mezcla letal entre licor de melocotón y refresco de naranja es una de las grandes incógnitas de la humanidad. De hecho, periodistas intrépidos como somos, daríamos millones por poder asistir al momento histórico en que alguien decidió juntar inocentemente ambas bebidas y posteriormente bautizar la mezcla como orgasmo. Y también nos gustaría asistir a alguno de los momentos íntimos de este personaje para saber qué es lo que entiende exactamente por orgasmo. Del orgasmo nos fascina, claro, su versión para malotes, que haberla hayla: los que huyen de lo dulzón y se marcan nada más y nada menos que un licor de manzana con limón, el cual, al igual que su compañero, es de todo menos orgásmico.
9-Leche de pantera. Glups. Sólo decirlo se te hiela la sangre, y eso que estamos ante una de las bebidas estrella de un colectivo que merece todos nuestros respetos: los heavys. Fue popular, atención, como bebida de la Legión Española, lo que nos dice mucho de su grado de sofisticación, y consiste en una mezcla absolutamente mortífera entre leche condensada, ginebra, clara de huevo, hielo picado y canela. Para que luego digan que si te tomas un Bailey's y tres horas después una Coca-Cola puedes acabar en el hospital. Sabemos que hay muchas variantes de la leche de pantera en función de la zona y de los gustos de cada heavy, pero lo cierto es que siempre consiste en leche combinada con un licor.
10- Lambrusco. Así sin más. Sin combinarlo con nada. Y los amantes del lambrusco, qué decir de ellos: esa gente tan peligrosa, especialmente los que le llaman "lambrusquito".
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