La Universidad de Princeton calla. Solo se limita a decir que el profesor Calvo era una persona "extraña". Sus alumnos aseguran que pudo sufrir mobbing, acoso laboral, y que eso le llevó a acabar con su vida. Llevaba 10 años trabajando en esta universidad y, de la noche a la mañana fue despedido sin más explicaciones y escoltado por un vigilante de seguridad de la institución universitaria sin posibilidad de terminar de recoger sus archivos personales.