Las primeras noches a bordo de la Nao San Miguel, no son cómo las doncellas esperaban. Los vaivenes de la nave hacen estragos entre las jóvenes, pero Ana reprime su malestar para ayudar a sus compañeras de viaje. La expedición llega a Gran Canaria, donde les espera un destacamento de soldados y el resto de expedicionarios. Allí, Mencía se encuentra con su amiga Isabel de Cabrera y con la hija de ésta, Elvira, que también se unirán a la aventura.

Una tormenta planea sobre la Nao San Miguel, las naves de Ovando y Becerra van más adelantadas y Mencía no quiere perderlas de vista. Sin embargo, Salazar cree que es mejor replegar hasta que el tiempo mejore. Una vez más, el capitán y Mencía vuelven a enfrentarse. Pelayo, que iba de polizón, casi muere ahogado, y es descubierto al ser salvado por Alonso. Tras la tempestad hay que reparar los desperfectos. Se han quedado sin timón y van a la deriva, los animales se han ahogado y no saben si tendrán agua y víveres suficientes para sobrevivir antes de llegar a la costa. Además, han perdido el rastro de las otras dos naos.

A finales de mayo de 1550, los expedicionarios llegan a la costa del Golfo de Guinea después de más de un mes de navegar a la deriva. Una vez allí, las cosas se complicarán aún más: los indígenas les atacan y se encuentran con el ataque de los piratas. Salazar no dudará en dar su vida, si hace falta, por el honor de las doncellas pero Mencía le hace recapacitar para que negocien en lugar de morir en vano. Sin embargo, los piratas tienen un conocimiento muy diferente al de Mencía de la palabra pacto. La decisión de la Adelantada en estos difíciles momentos puede salvarles la vida a todos.