Mencía gana el pulso que sostiene contra el pirata Bonpere y éste acepta no tocar a sus damas. Eso sí, no se librarán del saqueo. Sin embargo, los piratas hacen oídos sordos a su capitán y tras varias jarras de vino intentan abusar de María. Mencía prefiere morir a que deshonren a su hija y está decidida a que ambas naves vuelen por los aires si es necesario.

Salazar se enorgullece junto a la tripulación del valor y el ingenio de Mencía. Sin embargo, ahora tendrán que hacer frente a un colosal escollo: cruzar el océano sin instrumentos de navegación, ya que los piratas lo destruyeron todo.

Durante varios meses, permanecen en la costa africana reparando el barco. Mientras los marineros realizan las tareas de reconstrucción, las doncellas se entretienen como pueden.

Tras subsanar los desperfectos, la expedición se pone de nuevo en marcha. Dos meses después de partir, continúan sin avistar tierra. La falta de víveres frescos y, por ende, de vitaminas hace mella en la tripulación y muchos caen enfermos por el escorbuto. Los fallecidos van en aumento y ya no tienen ni sacos para amortajar los cuerpos. La tristeza hace recapacitar a Mencía, quien encuentra consuelo en el Capitán. Pocos días después, llegan a tierra. La felicidad les invade a todos excepto a Mencía.