Y, cosas de la vida, le toca oficiar una boda como alcaldesa, pocos días después de sufrir un plantón en el altar en sus propias carnes.

Angustiados por lo mal que marcha su negocio de turismo de Aventura, Riqui y Ernesto deciden “desviar” el Camino de Santiago construyendo una “milenaria” calzada romana, para que pase por San Martín. Las calles del pueblo comienzan a llenarse de desorientados peregrinos: la cosa funciona, quizá demasiado.

Los padres de Elena se presentan en San Martín para conocer a su nieto, Pedro. Pero para éste sus abuelos son sólo dos extraños que nunca se interesaron por él, y ahora es él el que no tiene el mínimo interés en conocerles.

Marina le propone a Santiago “pasar a mayores”, así que Santiago se enfrenta a su “estreno” con Marina, pero también a su “estreno” a secas. Superado y aterrorizado porque le ha llegado el momento de la verdad, decide asesorarse.