La valerosa actuación de Fortunato en el Café Reyes frente al atracador Quino, además de valerle una condecoración por parte de la policía, servirá para suscitar el interés de Antón, un famoso campeón de lucha libre.

A Lucía le cuesta asimilar la noticia de que Felipe, el nuevo afilador del barrio, es su padre. Serafina pide a su hija que no sea tan dura con el hombre y le otorgue una oportunidad  para acercar posturas.

Aquilino y Encarna siguen tomándose confianzas y en un momento de atracción mutua, terminan por besarse.