Guillermo, que se marchó del operativo preparado por la Guardia Civil para ir a casa de los Montilla donde se encontró con el Charro, recibe un rapapolvo de Gayarre.
Eladio, al darse cuenta de que ha puesto la vida de Ángel en peligro y que éste podía haber acabado de un modo igual de trágico que David, pide perdón a su esposa, pero Pepa está demasiado dolida para poder perdonarle.
Toni escucha una conversación en la que Pelayo y Marcelino hablan de la desgracia de la familia Montilla y, conmovido por ello y angustiado por los remordimientos, está a punto de confesar todo lo que ha hecho a Pepa.