MÉTODOS DE PAGO
Qué es mejor: ¿Pagar a medias o cada uno lo suyo?
Una de las principales problemáticas cuando salimos a comer con amigos o familiares es la forma en cómo realizaremos el pago. Algunos se exceden en sus demandas y las consecuencias se acaban viendo en la cuenta.
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Todo parece perfecto en una cena con amigos hasta que llega el momento de pagar la cuenta. Se trata de uno de los dilemas más habituales en las salidas con amigos: ¿dividir la cuenta y pagar a medias, también conocido como pagar a escote, o que cada uno pague lo que ha consumido? No es el mismo precio el de una ensalada de la casa que el de un entrecot con guarnición, al igual que una botella de agua no es lo mismo que una botella de vino.
Este modus operandi de dividir la cuenta no siempre es justo para todos. Cuando el camarero deja la cuenta sobre la mesa, siempre surge la duda sobre el método de partición y ni siquiera la llegada del Bizum ha ayudado a apaciguar las aguas entre amigos y familiares cuando se trata de pagar una cena.
Esta disyuntiva es conocida como el dilema de la cena o del comensal sin escrúpulos y tiene su fundamento en el conocido problema del prisionero. Una situación simple que tiene una solución compleja gracias a algunos matemáticos que se han dedicado a buscar la respuesta a los comportamientos del ser humano dentro de un grupo social. Y todo tiene sentido con la teoría de los juegos.
El comportamiento en grupos
El matemático Eduardo Sáenz de Cabezón recordaba en el pódcast 'The Wild Project', conducido por Jordi Wild, esta investigación. Hace veinte años, en 2004, Uri Gneezy, Ernan Haruvy y Hadas Yafe realizaron un estudio llamado 'The inefficiency of splitting the bill' – La ineficiencia de dividir la cuenta/factura – donde daban respuesta a la problemática. Entonces, ¿pagamos a medias o cada uno lo suyo?
Los investigadores estudiaron a cuatro grupos de seis invitados. Cada mesa tenía diferentes formas de pago. Mientras unos pagaban de forma individual, cada uno lo que había consumido, otros pagaban a escote y dividían la cuenta a partes iguales. De esta manera, los autores del estudio descubrieron que en algunos casos aparecía un gasto inesperado a causa del comportamiento egoísta del grupo.
Es decir, los comensales pagan y consumen más cuando el gasto se divide entre todos a partes iguales y gastan menos cuando cada uno paga lo que él ha consumido. Además, en el caso de la tercera mesa, los participantes eran invitados por el restaurante. Una opción que provocada que la factura fuese mucho más elevada. Incluso en un cuarto caso, los sujetos pagaban tan solo una sexta parte de su comida y el restaurante pagaba el resto, pero no hubo diferencias con la factura de los comensales que pagaban la cuenta a medias.
El bien común
Aquí el estudio demuestra el conflicto entre el bien común y el bien individual. No parece la mejor de las opciones elegir los platos más caros cuando se trata de utilizar tu poder adquisitivo. El plato más caro no tiene una gran diferencia de calidad que haga que valga la pena pagar la diferencia de coste con el plato más barato. Sin embargo, cuando la factura se paga a medias, el razonamiento de cada individuo cambia.
El gasto que se va a añadir a la cuenta en común es irrisorio en comparación a lo que sería si cada uno pagara lo suyo, por lo que ahora sí vale la pena pagar la diferencia por el plato caro. No obstante, este razonamiento lo hacen todos los comensales de la mesa y cada uno acaba eligiendo el plato más caro y, en consecuencia, pagando mucho más de lo que hubiesen pagado al elegir el plato barato.
En conclusión, el estudio revela que la democratización de la factura provoca que el egoísmo humano individual genere un gasto inesperado e imprevisto, por lo que es más barato que cada uno pague lo que ha consumido.
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