BUENOS HÁBITOS

¿Cómo puedo fortalecer mi sistema inmunitario mediante la alimentación?

En esta época se publicitan suplementos dietéticos o se promueve el consumo de alimentos concretos con la finalidad de mejorar el sistema inmunitario. ¿Qué hay de cierto?

Una chica disfruta de su plato de comida.

Una chica disfruta de su plato de comida.Pexels

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Las interacciones entre la alimentación y el sistema inmunológico son tremendamente complejas. En particular, en cada etapa de la respuesta inmune, los micronutrientes específicos, incluidas las vitaminas y los minerales, desempeñan un papel clave y, a menudo, sinérgico, y la deficiencia de un solo nutriente esencial puede afectar la inmunidad.

En el sistema inmunitario van a influir tanto positiva como negativamente el estado nutricional general de la persona, su patrón dietético como cualquier suplemento que se consuma (incluidas vitaminas y minerales).

Cómo influye la alimentación en el sistema inmune

Esta influencia de la alimentación en el sistema inmune puede ocurrir a varios niveles:

  • Alteraciones en las barreras físicas que tienen efectos protectores (por ejemplo de la piel o de la mucosa intestinal).
  • Alteraciones del microbioma.
  • Alteraciones en el sistema inmunitario innato.
  • Alteraciones en el sistema inmunitario adaptativo.

A su vez, el sistema inmunitario afecta al metabolismo y a las necesidades nutricionales e influye en la respuesta fisiológica a los alimentos.

La importancia de prevenir o tratar estados carenciales

En condiciones normales, las demandas de energía y de nutrientes del sistema inmunitario pueden satisfacerse a partir de fuentes exógenas, es decir, a través de la alimentación, o si las fuentes dietéticas no son las adecuadas, a partir de fuentes endógenas, como son las reservas corporales.

Pero si la alimentación no es la adecuada en cantidad y/o variedad y no existen reservas es cuando aparecen los problemas. Prácticamente todas las formas de inmunidad se ven afectadas por la desnutrición proteico-energética, ya sea producida como resultado de la escasez de alimentos o hambrunas, o como consecuencia de la desnutrición tras ingresos hospitalarios o con los trastornos de la conducta alimentaria, entre otros motivos.

Así, la nutrición tiene el potencial de tratar eficazmente las alteraciones en el sistema inmunitario relacionadas con una alimentación carencial.

Por otro lado, las deficiencias de micronutrientes concretos también pueden deteriorar la función inmunológica. Es por ello que existe un gran interés en la investigación sobre si las intervenciones nutricionales específicas pueden mejorar aún más la función inmunitaria en situaciones subclínicas y, por lo tanto, prevenir la aparición de infecciones o enfermedades crónicas.

En este campo, existe evidencia de calidad moderada tanto de ensayos clínicos en humanos como de estudios observacionales que sugieren que tanto el patrón dietético general como los nutrientes concretos pueden influir en los marcadores de la función inmunitaria y de la inflamación.

Se estudian los efectos sobre el sistema inmunitario de nutrientes como el zinc, el selenio, la glutamina, las vitaminas A,D, E el hierro, los ácidos grasos omega 3 y omega 6 o la fibra.

Sin embargo, esto no significa que un aporte extra de los mismos mejore la inmunidad. Tampoco quiere decir que existan en la población general deficiencias de estos nutrientes.

Huye de soluciones simples y generalizadas

Hay muchas preguntas sin respuesta todavía en este campo y tal vez la respuesta no se encuentre únicamente en los nutrientes individuales, por lo que hasta que dispongamos de más información de calidad y se encuentren respuestas más claras, cualquier recomendación que se haga al respecto, se haría sobre una base de evidencia de baja calidad.

Una vez que se sepa realmente y con una base científica más sólida, cómo se puede vincular la dieta, los nutrientes específicos y el sistema inmunitario con resultados de salud, se podrán implementar de forma efectiva dichas intervenciones.

Mientras tanto, debemos centrarnos en lo que sí sabemos, en prevenir estados carenciales mediante la instauración de patrones dietéticos saludables o tratar su deficiencia en caso de que ya exista, en lugar de basar el funcionamiento de nuestro sistema inmunológico en el consumo de un alimento concreto o de un suplemento porque en este caso más no siempre es mejor.

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