Estela ha sufrido una grave crisis de ansiedad. Llevan semanas encerrados, sin apenas espacio y rodeados de gente las 24 horas del día. La sensación de agobio es normal y el diagnóstico de la doctora es claro: la joven necesita estar sola.

El capitán, decidido a ayudarla, se las ingenia para darle el espacio y la soledad que necesita. Para ello, toda la tripulación se encierra en el camarote del capitán mientras Estela disfruta de un buen rato de soledad en el Estrella Polar.

Estela, muy agradecida, malinterpretará el gesto del capitán y las molestias que se ha tomado por ella. Para agradecérselo, decide prepararle una cena a Montero en la que termina por besarle.