Londres, 15 de octubre de 1951

Querida Ana,

Hace casi un mes que te escribí la primera carta y no sé nada de ti... No sé si la has recibido pero imagino que no... No puedo pensar que lo hayas hecho y no quieras saber nada de mí... Me niego a pensar eso porque estoy seguro de que estarás echándome de menos tanto como yo a ti. Que también te cuesta dormir por las noches y te falla el apetito, y.... que cuando la gente te pregunta por qué ya no sonríes, la respuesta es siempre la misma... Todo me recuerda a ti.

Le he pedido a un amigo que te envíe esta carta... Sé que en cuanto veas a Philipe Ray en el remite sabrás que soy yo. Espero que eso haga que la recibas... Si no ya no sé qué voy a hacer, Ana...

Supongo que por ahí ya habrán empezado a planear el nuevo desfile de temporada. Mi padre debe estar muy ocupado eligiendo patrones... Pensando en eso me acordé de la primera vez que te vi. Cuando llegaste con tu tío y te lancé aquel avión de papel... Y de la primera vez que nos besamos... En la barandilla mientras presentaban abajo los modelos... Lo recuerdo como si hubiese sido ayer y ya hace un año..

Yo llevo casi todo el mes castigado en el aula de estudio. Dos horas más todas las tardes... No sirven de nada... Creía que así iba a conseguir que me echasen de la escuela pero mi padre se ha asegurado de que no sea así. Dice que puedo repetir veinte cursos, Ana... que no va a dejar que vuelva.

Lo único bueno de todo este tiempo es que he hecho un amigo: Mateo. También es de Madrid. Lo había visto alguna vez en las fiestas a las que me obligaba a ir mi padre pero nunca habíamos hablado... Este es su segundo año en Londres... Coincidí con él en el aula de castigo. Nos mandaron a ambos por mi culpa. Estaba en clase de matemáticas y no era capaz de atender la pizarra... así que me puse a hacer aviones de papel: acordándome de ti... Mateo los cogió e intentó lanzárselos por la ventana a unas chicas que pasaban por la calle... Le pegué un puñetazo... Debes pensar que estoy loco por lo que te estoy contando, pero... Sentí que me quitaba lo único que tenía de ti. Aún tiene el ojo morado... Pero nos hemos hecho amigos. Es divertido... Supongo que mi padre pensaría que también me equivoco buscándome estos amigo pero... A ti te caería bien. Seguro. Lo único malo es que no hace más que intentar ligar con las chicas del colegio de al lado... y no entiende por qué no le sigo... Es igual. Tampoco necesito que lo entienda... Lo entiendo yo y eso basta.

El tiempo se me hace eterno. Sueño con que vienes a verme y que yo te digo que vuelvo contigo a las Galerías, que somos felices, que nada ni nadie se interpone entre nosotros… y entonces me despierto y me doy cuenta de que lo único real es que sigues siendo lo mejor de mi vida.

Espero que puedas escribirme pronto. Cuando lo hagas, por favor, envíame una foto. Necesito tenerte cerca como sea.

Te quiero, y no dejo de pensar en ti.

Alberto.