Londres, 5 de diciembre de 1951

Querida Ana,Ha pasado un nuevo mes y sigo sin recibir noticias tuyas. A pesar de que cada vez más me resulta más difícil no voy dejar que la falta de noticias pueda conmigo. Este mes lo veo todo muy distinto. Debe ser porque la Navidad está a la vuelta de la esquina.

En Londres la Navidad es muy distinta, hay muchas más luces y colores por todos lados. En las calles, en los escaparates…

Pero preferiría estar viviendo allí las vísperas de las fiestas, contigo. Tomar las castañas asadas que comprábamos en la Plaza de Oriente, el turrón que nos daba tu tío que le mandaba su amigo de Valencia… Pero me niego a no poder darte un regalo este año. Necesito verte.

Por eso, de aquí a final de trimestre voy a ser el alumno perfecto y el hijo perfecto. He empezado a hablar con mi padre otra vez. Quiero que baje la guardia y poder poner en marcha mi plan sin riesgos. Porque Ana, tengo un Plan.

Mi padre me ha dicho que estas navidades las pasaremos en la sierra. No quiere que pise las galerías, pero pasaré por Madrid. No voy a dar más detalles por si acaso. Es suficiente que sepas que estaré a las 12 del día de Nochebuena en el mismo sitio donde te cogí la mano por primera vez.

Si estás leyendo esta carta, no me falles. Es mi última esperanza.

Te quiero y cuento los días hasta que llegue ese momento…

Alberto