Sobre las tablas
Del escenario a la televisión: Abel Folk y Silvia Marsó, una pareja artística con historia antes de La Encrucijada
Antes de convertirse en Octavio Oramas y Mariví en La Encrucijada, Abel Folk y Silvia Marsó compartieron un proyecto teatral como pareja artística, iniciando una complicidad aún latente en la serie de Antena 3.

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La química entre Abel Folk y Silvia Marsó en La Encrucijada no es fruto del azar. Aunque para muchos espectadores su relación como Octavio Oramas y Mariví comienza en la serie de Antena 3, lo cierto es que ambos actores ya habían compartido escenario en una obra teatral que dejó huella: Claveles. Esta producción, que exploraba las emociones humanas desde una mirada íntima y poética, sirvió como punto de encuentro artístico entre dos intérpretes con trayectorias sólidas y comprometidas.
Claveles no solo les permitió trabajar juntos, sino que consolidó una complicidad escénica que ahora se traslada a la televisión. En el teatro, donde cada gesto y cada palabra se vive en tiempo real, Folk y Marsó demostraron una conexión que hoy en día enriquece sus personajes en La Encrucijada. La experiencia compartida en las tablas les ha dado una base emocional que se percibe en cada escena, aportando profundidad y autenticidad a sus interpretaciones.
Cada escena que comparten Octavio y Mariví en La Encrucijada está impregnada de una complicidad que va más allá del guion. Abel Folk y Silvia Marsó no solo interpretan a dos personajes con una relación compleja, sino que aportan matices que solo pueden surgir de una conexión artística previa. Miradas que dicen más que las palabras, silencios compartidos y gestos sutiles revelan una sincronía que se gestó mucho antes, en los ensayos y funciones de Claveles. Esa experiencia teatral les permite construir una relación creíble y profunda en pantalla, que el espectador percibe como auténtica desde el primer capítulo.
Ahora, en La Encrucijada, esa historia compartida se convierte en un valor añadido. Los espectadores no solo disfrutan de una trama cargada de misterio y tensión, sino también de una interpretación que se nutre de años de experiencia conjunta. La serie gana en matices gracias a esta conexión previa, y deja entrever que, cuando el arte une a dos talentos, el resultado puede ser mucho más que una ficción bien construida: puede ser una historia que respira verdad.
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