La imagen de Clara, continúa cautivando a Olmedo de forma obsesiva y misteriosa, hasta el punto de llegar a enfrentarse al Chino, sacando la cara por ella. Hecho que provocará que Olmedo sufra la violenta visita del camorrista, que no está dispuesto a aguantar que nadie le deje en ridículo.En la taberna, Pepe intenta deshacerse por todos los medios del San Pancracio, pero no es fácil y la mala suerte sigue acechando al todavía alcalde.