Valeria, intentando conseguir todo el dinero posible, ha decidido vender a Diego sus acciones de Tudela pero éste se niega a comprar convencido de que eso ayudará a Augusto. También se plantea vender el piso de Elena e incluso el taller, lo que hace que Elena vele por Valeria ante un intransigente Diego. Valeria se empieza a dar cuenta que tras todos los males de su marido siempre aparece Diego. Hasta Filo teme que lo que hace Diego sea su propia perdición.
Maite deduce que entre Waldo y Pruden siempre ha habido algún sentimiento difícil de olvidar, por lo que anima a su padre a que se sincere ante su madre. Samuel ha encontrado un piso para vivir con Maite. Waldo abre su corazón a Pruden y la pareja acaba besándose apasionadamente.
Concha, la abuela de Dorita, no quiere ningún otro medicamento que no sean los “polvitos” que le proporciona Natalio. Y pese a que a Dorita no le apetece nada volver a ver a ese hombre, va al Pozo a pedirlos.
Unos clientes del bar pensaban que Alfredo era el dueño. El camarero intenta tapar ese hecho con gracia. Pero también Pelayo tiene la mosca detrás de la oreja y le confiesa a don Aniceto que este muchacho no es trigo limpio. Manolita también tiene sus reticencias pero cuando le pide ayuda a su suegro para que hable con Marcelino, Pelayo se niega. Él está fuera del negocio.