20 aniversario
La anécdota de Miguel Ángel Revilla en los baños de la boda de Felipe y Letizia: "Me hubiera venido bien un pañal"
El 22 de mayo de 2004 fue el gran día de los reyes en la que fue la primera boda de Estado en 98 años. Madrid amaneció con el presagio de una lluvia torrencial y desde la catedral de La Almudena se esperaba un milagro que no ocurrió.
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El 22 de mayo de 2004 fue el gran día del rey Felipe VI y la reina Letizia, la primera boda de Estado en 98 años. Madrid amaneció con el presagio de una lluvia torrencial y desde la catedral de La Almudena se esperaba un milagro que no ocurrió.
A las nueve de la mañana los primeros asistentes comenzaron a desfilar por la alfombra roja. En total fueron 1.400 invitados entre miembros de la realeza, jefes de estado y las más altas instituciones nacionales e internacionales.
Horas más tarde, salió del Palacio Real el cortejo nupcial, el rey Felipe VI del brazo de su madre, que fue curiosamente el último en librarse de la lluvia. Un auténtico aguacero sin precedentes justo cuando tenía que llegar la novia.
A las once de la mañana, Letizia Ortiz llegó a bordo de un impresionante Rolls Royce, y la lluvia no consiguió empañar la felicidad de la reina, que saludaba sonriente desde el coche. Apenas diez minutos después, comenzó la ceremonia.
A casi a la una de la tarde los ya príncipes de Asturias abandonaron el templo cogidos del brazo y fue ahí cuando se produjo la primera corrección de protocolo por parte de don Felipe a su mujer.
La pareja se montó en el coche para comenzar su recorrido por las calles de Madrid, por primera vez como casados. La princesa hizo entrega de su ramo a la virgen de Atocha y, por fin, la lluvia dio una tregua.
La experiencia de Miguel Ángel Revilla
En Y ahora Sonsoles hemos hablado con Miguel Ángel Revilla, expresidente de Cantabria, que en su momento contó que se quedó con hambre en la boda. Hoy ha explicado que fue poca comida para lo que ellos acostumbran a hacer en las bodas en la comunidad.
Además, cometió el error de no comer canapés porque quería reservarse para "lo importante", ha dicho. También se habían levantado muy temprano y a las diez estaban subidos en un autobús.
Otra anécdota que ha explicado Revilla es que durante muchas horas no pudo ir al baño. "Me hubiera venido muy bien un pañal", ha confesado. Y es que tras subirse al autobús temprano y salir de la iglesia a las dos de la tarde, fue "insufrible" aguantar el pis.
Él sabía que en el Palacio Real solo hay cuatro baños de hombres y cuatro de mujeres y, puesto que allí sobre todo van personas mayores, normalmente hay problemas. "Estaba nervioso porque no podía aguantar más", ha dicho.
Cuando llegaron, vio una puerta entreabierta y se encontró a Harold de Noruega, que no había podido cerrar la puerta por la espada de dos metros que llevaba y hacía de tope.
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