Acorralado por el fuego en Cipérez, Salamanca, Manolo no soltó la garrafa que llevaba en las manos mientras las llamas le devoraban el cuerpo. Sobrevive con quemaduras en el rostro, las piernas y la espalda, y lo recuerda con una frase que hiela: “No tuve miedo, no me dio tiempo a tener miedo.”