Océanos

Mercedes Martín explica el histórico acuerdo de la ONU para proteger los océanos: "Abre un camino, pero no es la meta"

Los estados miembros, reunidos desde hace dos semanas en la sede de la ONU de Nueva York, logran un acuerdo con el fin de salvaguardar y recuperar la naturaleza marina.

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La lucha para preservar la salud de los océanos consiguió este sábado poner de acuerdo casi al mundo entero. Los representantes de cerca de 200 países, reunidos en la Conferencia Intergubernamental sobre Biodiversidad Marina, adoptaron el primer acuerdo global para regular la pesca, las rutas de navegación y las actividades de exploración, como la minería de aguas profundas, en la que se extraen minerales de un lecho marino a 200 metros o más de profundidad. "El barco ha llegado a la costa", ha confirmado la presidenta de las negociaciones, Rena Lee, después de 35 horas de discusión entre las delegaciones reunidas en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York.

El pacto abre un camino, pero no es la meta. Los esfuerzos que hay ahora sobre la mesa no son suficientes para asegurar la conservación y el uso sostenible de las zonas marinas situadas fuera de la jurisdicción nacional, las áreas conocidas habitualmente como la alta mar, el objetivo que persigue el tratado. Los países tendrán que volver a reunirse para confirmar el acuerdo y luego les quedará mucho trabajo por hacer antes de que el tratado pueda aplicarse. Liz Karan, directora del equipo de gobernanza oceánica de Pews Trust, declaró a la BBC: "Tardará algún tiempo en entrar en vigor. Los países tienen que ratificarlo -adoptarlo legalmente-. Luego hay que crear muchos órganos institucionales, como el Comité Científico y Técnico".

Un tratado fundamental para enfrentar la triple crisis planetaria

El Tratado de los Océanos persigue, entre otros objetivos, proteger y regular el uso de las áreas situadas fuera de las jurisdicciones nacionales. Representan más del 60% de los océanos, lo que equivale a casi la mitad del planeta. Los principales obstáculos para el acuerdo han sido los recursos genéticos marinos y cómo repartir esos beneficios ha sido uno de los principales obstáculos en estas largas negociaciones.

Lo confirmó Guillermo Ortuño, codirector del Grupo de Especialistas en Alta Mar de la Comisión Mundial de Áreas Protegidas (WCPA) de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), quien ha explicado que las negociaciones “más feroces” han sido las de la redistribución de beneficios del patrimonio genético internacional del cual “unos cuantos países se han visto beneficiados hasta ahora". Hace una década, “publicamos una investigación que mostraba que diez naciones se apropian del 97% de los recursos genéticos del océano, de donde una empresa, BASF, era propietaria del 70% de las patentes”.

También han recibido especial consideración los mecanismos para la realización de evaluaciones ambientales con el propósito de realizar un uso sostenible de los recursos de las áreas de altamar, es decir, las que van más allá de los 370 kilómetros desde la costa que controlan los países. Otras cuestiones sobre soberanía nacional y modalidades de votación también han sido puntos debatidos hasta el final.

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