El repartidor que violó y agredió sexualmente a dos niñas en Madrid "tenía fijación con mirar la piscina" cuando entraba a dejar paquetes

La agresión sexual de un repartidor a dos niñas de 4 y 8 años en un portal del barrio madrileño de Montecarmelo (Madrid) ha destacado el pánico en las urbanizaciones del norte de la capital donde ya se está prohibiendo la entrada a los repartidores.

Eran las 13,30 cuando el repartidor accede a este urbanización de Montecarmelo para entregar un paquete. Al entrar observa que varios vecinos se bañan en la piscina y que dos niñas de 8 y 4 años juegan en los soportales. Se acerca a ellas y les ofrece caramelos. En este entorno se producen una agresión sexual y una violación. Es una de las madres la que observa los hechos y da la voz de alarma. El agresor salió corriendo pero los vecinos de la urbanización pudieron reducirle.

"La Policía paró a los vecinos porque le iban a matar"

El trabajador de un comercio cercano cuenta que la Policía paró a los vecinos "porque le iban a matar". "Había un cliente que si quería lo mataba", relata. El presunto agresor es un joven de nacionalidad colombiana de 27 años que sirvió como policía durante 3 años en su país y ahora trabaja como repartidor en España durante los fines de semana.

Los vecinos están tomando medidas y a partir de ahora ya no puede subir el cartero a los pisos. Los vecinos de la zona también se han movilizado. El presunto agresor ha sido detenido y se encuentra ya en prisión.

"El riesgo va a existir siempre"

Señala el escritor Ángel Antonio Herrera que "España es un país seguro pero esto debe mover a implementar una seguridad mayor que no tiene que pasar por el desvelo 24 horas al lado de un niño". Cree que "el riesgo va a existir siempre" aunque habría que cuidar los antecedentes de quienes tienen contacto con la infancia por oficio.

Por su parte, el periodista Juan Soto Ivars, determina que el comercio electrónico ha supuesto un cambio que es "la cantidad de gente que llama a tu timbre y está por escaleras y espacios comunes". Establece que es el difícil equilibrio "entre tener cuidado con los niños y el pánico que puede llevar a la paranoia". "Es un pederasta y está como una cabra. Lo ha hecho en un lugar donde sabe que le pueden pillar", afirma.

Apunta el periodista Miquel Vals que los vecinos cuentan que no era la primera vez que este agresor entraba a este edificio y que cuando lo hacía tenía la fijación de mirar siempre a la piscina.

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